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Los "come-hombres" de la ganadería Flor de Jara resucitan a un tendido seco de sentimientos. Torear los novillos de Flor de Jara por derecho conllevaba sí o sí el revolcón o peor aún ser cogido. Ésa era la frontera, así de dura y así de difícil. Así eran los novillos de Flor de Jara, unos "come-espacios".
Manuel Larios salió ileso ergo no toreó por derecho. La transmisión que ejerce el grupo escultorico formado por un toro y un torero depende de que el torero lleve toreado por dentro -o por derecho- al toro; si se da el caso contrario, esto es torear vaciándose por fuera -o destorear- la transmisión del conjunto nunca subirá al tendido. Es cuestión de poder-saber-o-querer gestionar los espacios. Manuel Larios no pudo, no supo y no quiso.
Con este gusto toreó con el capote Jiménez Fortes Jiménez, un novillero con mucho gusto, se llevó la primera voltereta y luego se supo que con ella iba la cornada. Se había quedado en la plaza para mandar. El anómalo novillo se quería tragar al novillero a poco que lo tenía a veinte centímetros. Fortes nunca se dio por vencido y por ello se llevó otros tantos revolcones y a cámara lenta, que es como mejor se aprecia el aire que envuelve el accidente.
Víctor Barrio salió a los medios a recibir de capa a su enemigo y salió ciscando tras ser arrollado de mala manera ergo ya estaba decidido a torear por derecho. Volvió a la cara del novillo y a pesar de ser "comido" en varias ocasiones hizo toda la faena con la verdad por delante y llenando los espacios por los adentros. Mención espacial y especial a un tercio de varas que se hizo duro y de antología. Ya con su segundo novillo el novillero se indispuso y no se dejó coger ergo no toreo por derecho.
Así es todo de difícil y fácil en este tan agrio mundo del toreo. Así pensará un aspirante y hasta un torero.
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