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Con dos tercios de entrada en la plaza vallisoletana se han lidiado novillos de Francisco Madrazo, bien presentados y de juego deslucido.
Angelino de Arriaga, oreja y oreja.
Esaú Fernández, silencio y oreja.
Juan Duque, silencio y oreja.
No pasará a la historia del toreo la novillada de esta tarde en Olmedo. Los utreros de Francisco Madrazo, muy bien presentados, ofrecieron un pobre juego. Sacaron nobleza en el último tercio, pero la falta de fuerzas y de casta condicionó el espectáculo.Angelino de Arriaga en foto de archivo de Bruno Lasnier Trasteo tan pulcro y templado como falto de emoción el del mexicano Angelino de Arriaga en su primero. La escasa fortaleza del novillo no le permitió bajarle la mano, siempre con la cabeza a media altura. Lo mató de una estocada entera tendida cortando la primera oreja de la tarde.
Poco pudo hacer Esaú Fernández con el segundo de la tarde, un novillo con escaso recorrido y que se defendía en cada embestida, motivado por la falta de fuerzas. Espeso estuvo Esaú, en una faena sin limpieza a la que le sobraron enganchones. Deficiente en el uso de los aceros.
Se escupió en varas el que hizo tercero, distraído en los primeros tercios. Muy incómodo llegó a la muleta, pegajoso. Saliendo de los muletazos con la cara arriba. Juan Duque, evidenció un escaso rodaje pasando un auténtico calvario con los aceros.
Veleto, un punto aleonado apareció el cuarto. Con más brío de salida que sus hermanos, pero enseguida mostró falta de fortaleza. Lo dejó crudo en varas Angelino. Resultó ser el novillo más bravo y con más clase del encierro, mostrando gran fijeza en los engaños. Los momentos más brillantes de la tarde, surgieron toreando en redondo sobre el pitón derecho. Destacando dos tandas muy ligadas y templadas, corriendo bien la mano. Faena sin tirones, dando su tiempo al novillo. Abrochó la faena con unos ayudados a dos manos. Mató de una estocada entera tendida, mal con el verduguillo.
Tesonero estuvo Esaú con el quinto, de corto recorrido en sus embestidas. Se metió entre los pitones, intentando robarle los pocos muletazos que tenía. Optó por abreviar, matando de una buena estocada, cortando una oreja.
Muy serio el que cerraba festejo, con mucho cuajo. Cumplió en varas, cobrando dos puyazos. Comenzó por bajo el colombiano la faena de muleta. No humillaba en sus embestidas, siempre con la cara arriba. Faena voluntariosa a la que le faltó asiento. Lo mató de una buena estocada recibiendo un trofeo. |
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