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Decían en El 7 que los toros de Cuadri ya no son lo que eran...por dentro. Por fuera sí, impresionantes arboladuras y preciosas hechuras pero...acusando flojera, aunque su mayor o menor casta (el último fue el que menos tenía) les hacía recuperarse en las faenas de muleta. Y a pesar de todo fue una corrida dura y áspera, muy en lo que suele y debe ser una corrida torista, que casi siempre desbordó a los toreros, tanto a los de oro como a los de plata, sobre todo si se les lidia mal, como hoy. Y eso que vimos a un peón, Paquito Cervantes, correr de salida un toro a una mano. A ver si se repite, hombre. Fue el detalle de la tarde. A Pepín Liria, el veterano gladiador de Cehegín, se le vio compungido, como asumiendo un papel de actor secundario y sin decidirse a dar el paso adelante que tantas veces dio a lo largo de su carrera, tanto en esta plaza como en cualquier otra. Dio la impresión de estar ya en el ocaso y aunque hizo varios intentos, al perder pasitos con estos encastados toros, nunca pudo imponer aquel dominio de que hiciera gala en otros tiempos. Gris estuvo Pepín. A Curro Díaz se le esperaba con expectación, como cada vez que viene a Madrid, pues siempre apunta algún destello de la enorme calidad que lleva dentro. Y más cuando se dio a conocer en Las Ventas hace pocos años, haciendo una interesantísima faena a un encastado y difícil toro de este mismo hierro. Hoy sin embargo no estuvo acertado en casi nada. Hizo concebir alguna esperanza en ambos toros, especialmente en su segundo, pero se equivocó completamente al intentarlo torear en las rayas, donde se defendía y le punteaba los engaños, en vez de sacarlo a los medios, que eran los terrenos que le pedía su oponente. Y mezcló algún largo natural, aislado y algún trincherazo, con enganchones y pérdidas de muleta. Pero nunca se llegó a acoplar con él. Y además emborronándolo todo con dos desdichados finales con los aceros, tanto espada como descabello, que hizo que el gentío le despidiese con sendos abucheos. Está claro que hoy no tenía su día. Javier Valverde fue el más animoso de la terna. Y casi rozó el triunfo en el tercero, tras un espectacular inicio de faena, en el que fue alcanzado por el toro y lanzado a las alturas, batiendo creo todos los registros de altura que alcanzó jamás un torero volteado en esta plaza. Fue un momento que nos sobrecogió a todos, pues daba la impresión inicial de estar calado. Sin embargo, todo quedó en un enorme susto y una fuerte conmoción, de la que se fue paulatinamente recuperando. Y tras refrescarle del susto y quitarle la chaquetilla, siguió el resto de la faena con el chaleco. Como, además, comenzó a darle meritorios pases que el toro comenzó a tragarse, el aún asustado público tomó rápido partido por el torero. Fue una emotiva, acelerada y eléctrica faena que emborronaría con los aceros, por lo que no pudo repetir la polémica oreja cortada hace unos días. El sexto, el más descastado de la corrida, no le dio opciones y se limitó a matarlo, aunque también mal. En resumen, pobre balance para lo que se esperaban los de El 7 de esta corrida y actuaciones de los toreros por debajo de lo que los aficionados sabemos que pueden dar cada uno de ellos de sí. Menos mal que ya queda poco. Mañana los palhas de Folque, luego adolfos y victorinos y final. Los de El 7 nos tomábamos a guasa el estrambote de la miniferia de la próxima semana, con las figuritas matando “mierdecillas” de toros basura, elegidos por ellos mismos. Y además, una forma de engañar a los isidros y claveleros en sus bolsillos. Ojalá nos equivoquemos, aunque será difícil. |
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