S.I.18.- Tras del triunfo de ayer del Atlético de Madrid en la Europa Ligue, parece una provocación que yo llame a la gente desde este titular, haciendo ver que hay que vestir de blanco como viste el Real Madrid. No, no quiero aguar la fiesta a tanto atlético bueno por su triunfo de ayer. Mejor felicitarles.

Lo de venir de blanco se refiere a los toreros que actúan en la feria de San Isidro. Tres días seguidos y tres días que uno de los espadas ha venido de blanco. Curiosamente, Paco Ureña y Talavante, vestidos de blanco y oro, cortaron una oreja y tuvieron muy abierta la puerta grande, contando con el fervor del público que se sumaba a ese deseo.

En el paseíllo venía uno vestido de blanco, triunfo seguro aunque incompleto

Hoy, cuando he visto el inicio del paseíllo, he pensado ‘a la tercera va la vencida’ al ver de blanco a Luis David Adame. Parecía una coincidencia, y más al comprobar que no iba bordado en oro pues era plata. Podía ser esa la diferencia a favor.

Luego, en el transcurrir de la corrida, el pequeño de los Adame hacía méritos para alcanzar el primer premio de una oreja y tener de parte suya a todo el público asistente. La coincidencia continuaba, solo faltaba que tuviera más suerte que Ureña y Talavante con el segundo de su lote.

Nadie se movió cuando arrastraban al quinto, quien más quien menos esperaba que el jovencito mexicano volviera a cautivar como lo había hecho con el jabonero que le correspondió en el primer turno, donde nada había dejado por hacer, en una faena bien construida y sin ninguna pausa para el desánimo.

Era cuestión de romper el maleficio de los que viene vestidos de blanco, pero eso no sucedió, no hubo premio con el sexto de Parladé que le correspondió al de Aguascalientes. Lo intentó por lo civil y por lo penal, un quite por zapopinas puso de nuevo la ilusión de todos en marcha, nada dejó por hacer para escalar al picaporte de la puerta y abrirla de par en par, pero no fue así. Lo de la plata no era suficiente elemento diferenciador como para cambiar el signo. Aun así, el hidrocálido ha calado en la gente, un tanto por la sorpresa al ser un desconocido para el gran público y otro tanto por su capacidad para interesar.

Finito de Córdoba volvió a Las Ventas y se marchó sin modificar lo que de él se sabe, tiene empaque para torear pero le falta el valor necesario para que tenga continuidad. El verbo matar no sabe conjugarlo, es lo mejor que se puede decir de él en la suerte suprema.

Román llegó de nuevo pero en esta ocasión pasó más desapercibido. Así sucedió en su primero, luego, cuando llegó el ciclón mexicano, el valenciano no pudo interesar en el quinto. Para esa hora todos estaban pendientes del manito.

Nos queda esperar a saber si venir de blanco es bueno porque garantiza una oreja, o es malo porque impide salir en hombros cuando todos lo esperan. El tiempo lo dirá.

Foto: Plaza1