S.I.18.- Primer domingo en la feria de San Isidro y una muy floja entrada, seguramente la peor de lo que hasta ahora llevamos, rejones de ayer al margen. Digan lo que digan, cuánto ha cambiado esto. Los domingos, no hace tanto, eran llenos seguros, ya se encargaban de ello los que venían de los pueblos el día que no había que trabajar. Ya no es así y es una prueba más de la decadencia por mucho que nos duela ponerlo de manifiesto.

Y si no llegaron de los pueblos, al menos para llenar la plaza, los llamados isidros, si llegó la primera oreja de la feria. El viernes parecía segura tras la superlativa petición y hoy, con bastantes menos pañuelos, el usía dijo sí. Cosas del veleidoso palco.

Jugando con los calificativos de nuestro titular, justo o injusto, habrá que preguntárselo a Justo Polo que presidía el festejo. ¿Sabe contar mejor los pañuelos que su colega del viernes? El caso es que Espada paseó la oreja del buen toro de Baltasar Ibán, primera de la feria. Curiosamente el toro se llamaba ‘Mexicano’ y de esa nacionalidad fue el matador del segundo de la tarde. Podemos decir que no tuvo suerte de que le tocara el paisano en el sorteo.

Rodó el toro sin puntilla y eso elevó la petición de oreja. Foto: Plaza1

Decimos que Espada paseó la oreja y estamos seguros que fue la espada la que le dio los puntos que le acercaron a ella. La faena había sido afanosa, valiente, con momentos lucidos, pero carente de estructura, muy amontonada, pases por delante y por detrás y unas ganas enormes de realizar cuanto lleva soñando durante tanto tiempo. Media estocada en buen sitio y un rápido rodar de ‘Mexicano’ levantó el ánimo del público y, a la vista queda, del hoy vecino del palco. Francisco José Espada quiso repetir en el último el mismo triunfo, pero ni el toro era el mismo ni su actuación con la espada parecida. En resumen, la espada le dio a Espada la alegría y también el disgusto, con dos avisos, en su segundo.

Alberto Aguilar venía a despedirse de San Isidro y los aficionados le sacaron a saludar al deshacerse el paseíllo, luego hubo menos razones para ovacionarle ante los toros de su lote, en los que obtuvo respetuoso silencio.

Sergio Flores estuvo asentado y muy firme en su primero, dejando una buena impresión y fue ovacionado. En el quinto no rodaron las cosas igual, silencio.

¿Justo o injusto el trofeo concedido? Para los que sacaron el pañuelo sí, para los que protestaron el premio no.

¿La espada sirve o no sirve para afianzar los triunfos? A las pruebas nos remitimos. A Espada le sirvió de muchísimo.