Esta vez pretenden convertir en confesión una denuncia. Efectivamente, en la Web de Anima Naturalis se lee: “Periodista taurino confiesa fraudes y problemas en Acho y la México” luego de lo cual se hace una sesgada interpretación de los temas tratados en mi artículo SE BUSCA UN EMPRESARIO, publicado el 12 de enero del 2005 en este mismo portal, pretendiéndose demostrar que las irregularidades que allí censuro son práctica regular en la fiesta de los toros. (Ver: www.animanaturalis.com/modules.php?goto=Nvst21_2485)
Poco debe ser el entendimiento del escribidor antitaurino de turno y mucha su mala leche para confundir lo uno con lo otro. La mala intención es obvia y no necesita demostración. La falta de seso se hace evidente cuando, luego de afirmar que lo mío es una “confesión de parte que desmiente a los tauricidas que acusan de exagerados o mentirosos a los antitaurinos”, transcribe un extenso extracto de mi artículo que, para cualquiera que entiende medianamente el castellano, contradice la falsa afirmación que pretende demostrar.
En el Perú, comanda la falange de Anima Naturalis, José Enrique Escardó Steck quien desde mediados del año pasado se ha empeñado en hacer el ridículo con una absurda campaña que pretende se declare a Lima Ciudad Antitaurina. Asegura que el 74 % de los peruanos (18'000,000) son antitaurinos pero según las cifras que publica en su página web del día de ayer, solo ha logrado 2,521 firmas a nivel mundial, para respaldar la idea. De estas, 1,714 son de peruanos con una particularidad que dice mucho de lo difícil que se le hace conseguir una firma: 1 de cada 5 personas se esconde tras el anonimato.
Si tomamos en consideración que el Perú tiene 24’000,000 habitantes y si las cifras publicadas por Anima Naturalis son ciertas, llegamos a la conclusión que de cada 14,0000 peruanos 1 no simpatiza con las corridas de toros y no siempre tiene el coraje de confesarlo. ¡Vaya record!
No es la primera vez que el señor Escardó se interesa por mis escritos y sabe perfectamente que mi opinión está muy lejos de avalar las absurdas pretensiones antitaurinas, contra las cuales me exprese mi opinión en un artículo, publicado en el Diario LIBERACIÓN de Lima el 24 de agosto del año pasado, que reproduzco a continuación.
LA CAMPAÑA DE LOS ANTITAURINOS
Mostraron vergonzosa ignorancia en su presentación por Panamericana TV
Si el propósito de la campaña antitaurina iniciada en el programa Panorama el pasado domingo 15 de agosto fue ganar nuevos adeptos, la causa está condenada al fracaso por burda, torpe y falaz.
Aun cuando las preferencias del televidente sean diferentes, discrepantes y hasta contrarias a la fiesta de los toros, jamás querrá ser metido en el mismo costal con quienes, utilizando un medio de comunicación masivo tan importante, han hecho gala de tontudez y mala leche a lo largo y ancho del país. La ignorancia puede llegar a disculparse, el hacer gala de ella no, tampoco la mala intención.
Y fue la mala intención el común denominador del malhadado programa, plagado de mentiras, entrevistas editadas y medias verdades, en las que se presentaron como práctica normal los vicios que están prohibidos en el reglamento taurino y contra los cuales los aficionados venimos batallando permanentemente.
He tratado de ponerme en los zapatos de quienes lideran la campaña para entender los sentimientos que los motiva y he llegado a una terrible conclusión: No es amor a los animales, es odio a quienes poseen la capacidad de comprender una actividad para la que ellos están negados. Odio que nace de la envidia y complejo de inferioridad frente a quienes consideran superiores en cultura y conocimiento de nuestras tradiciones hispano-americanas, enraizadas en todos los estratos sociales, étnicos y económicos del país.
También el afán de lucro, pues para nadie es un secreto que muchas falsas instituciones de protección a los animales se crean con el exclusivo propósito de esquilmar a personas naturales y jurídicas del extranjero que, más preocupados del bienestar de los animales que el de los niños que mueren de hambre en Biafra y barracones del Callao, envían jugosas remesas para evitar que las mascotas del mundo pasen penurias. No es, entonces, el amor al chancho sino a los chicharrones lo que motiva a estos sinvergüenzas que se esfuerzan en hacer méritos para que el dinero no deje de venir. Aprovechan cuanta oportunidad se les presenta de protagonizar un escándalo para lograr una nota en un medio de comunicación masiva que acredite que "están trabajando". Cuando ésta se da en un programa de televisión como Panorama: ¡BINGO!, el año terminará no en azul sino, mucho mejor, en verdes.
Estos mercenarios que viven explotando la sensibilidad ajena, no deben ser confundidos con los verdaderos defensores de los animales, a quienes respeto. Estos manifiestan su sincero rechazo a las corridas de toros pero, con inteligencia, no piden su abolición porque saben que con ella desaparecería de la faz de la tierra el toro bravo, animal único en su especie, que se ha preservado a través del tiempo gracias, precisamente a la fiesta brava en donde es el protagonista. El daño ecológico seria grande y el remedio peor que la enfermedad.
El toro bravo es, por naturaleza, un animal de pelea. Lo lleva en sus genes. Durante cuatro años y medio, en promedio, vive a cuerpo de rey en campo abierto esperando, como un samurai, el día que habrá de salir a pelear por su vida en una lidia que no dura más de veinte minutos y de la que sin duda saldrá muerto, pero en la que habrá tenido la oportunidad -que no tiene ningún otro animal- de herir y matar a su verdugo, como tantas veces ha sucedido en el ruedo y como el torpe programa que comentamos se ha encargado de mostrar en imágenes hasta en siete oportunidades, contrariando su propia intención de mostrar al toro como única víctima de la fiesta. En ocasiones a los toros extraordinarios se les indulta para que las excelencias de su raza y casta perduren en su descendencia. Matar a un toro de lidia en un camal sería un acto indigno, casi indecente.
Las corridas de toros son también una actividad económica que se debe preservar. De ella viven no sólo empresarios, ganaderos, toreros y el propio toro de lidia -cuya alimentación y cuidados son de primera y su costo muy alto- sino miles de personas que, con sus familias, en la ciudad y el campo, directa o indirectamente, dependen de la fiesta brava.
No pretendo que los antitaurinos de pacotilla que desfilaron por Panamericana TV comprendan nada de lo escrito líneas arriba pero confío que, con la puesta en escena lograda, se darán por satisfechos para lo que resta del año y, en la temporada que se avecina, dejen de lado la costumbre de apostarse a las puertas de la plaza de Acho los días de corrida para esperar la llegada de los aficionados y, en florido lenguaje de cloaca, dedicarnos lo mejor de su repertorio, dentro del cual la mentada de madre tiene papel protagónico. En versión oral y escrita, a gritos y en volantes, tal recital de improperios llega a oídos y manos de nuestras mujeres y niños que resultan siendo víctimas inocentes de tan demencial agresión. ¡Y dicen que los taurinos somos salvajes!
Finalmente, el repentino amor protector de Panamericana TV a los chanchos, perdón... toros, me resulta sospechoso. ¿No era antes el canal 5 el que transmitía las corridas y cobraba por ello? ¿No será que la verdadera intención es presionar al empresario de Acho (forma delicada de decir lo que está tipificado como delito en el código penal) para que se anime a contratar publicidad con ellos? No lo sé. Me aconsejan aleje de mí los malos pensamientos y siga creyendo que los toros, perdón... chanchos vuelan.
PIE DE PÁGINA
Si el Consorcio Taurino de Acho, contrariamente a lo que viene haciendo, decide promover la feria y contrata publicidad con Panamericana TV ¿continuaría la campaña antitaurina iniciada en el Panorama? ¿Ud. qué cree?