La temporada pasada 2004, algunos aficionados sufrimos una extraña enfermedad, que sin darnos cuenta, nos fue atacando durante toda la temporada y nos introdujo en una dinámica de aburrimiento y poca ilusión, por todo lo que ocurría alrededor del toro. Es muy probable, que todo ello ocurriera por la enorme expectación, que habían levantado algunos acontecimientos, que tenían que desarrollarse a lo largo de la temporada y su posterior fracaso, nos sumió en nuestro extraño virus.
La verdad, es que era raro, una vez supimos lo que nos pasaba, que contrajéramos este virus, sin haber tenido ningún contacto con el portador del mismo, pero como luego vimos más adelante, precisamente el problema era ese, el no haber tenido ningún contacto con él.
Los síntomas eran muy claros, falta de temple, falta de ritmo (no precisamente cardiaco), falta de compás, falta de duende, falta de ilusión y todo ello como he dicho anteriormente se produce, al contrario que otros virus, por la falta de contacto y por la vía única del sentimiento. Todo esto tiene un nombre, Morantitis, o la falta de Morante de la Puebla.
Muchos fuimos, los que sin saberlo, al mismo tiempo que el matador de La Puebla se encerraba con su depresión, nos íbamos introduciendo con él en ese circulo del que no sabíamos si iba a ser capaz de salir. Bien es verdad, que en algunos momentos de la temporada, nos encontramos con algunos bálsamos que nos ayudaron a salir en parte de ese círculo negativo en el que nos habíamos metido, dichas medicinas fueron El Cid, Miguel Ángel Perera y algún otro, pero entre todos no consiguieron curar del todo el corazón herido de los aficionados, que seguíamos esperando la total recuperación de la persona de José Antonio y por consiguiente del torero Morante de la Puebla.
Pero pasados los días y las noches, y después de buscar y buscar y no encontrar algo parecido ni mejor (como dice el anuncio), parece que tanto la persona como el torero, están en condiciones de volver y la verdad es que todos nos encontramos algo mejor, desde que se anunció la tan esperada noticia y los síntomas a los que hacía referencia al principio, se están transformando en lances al viento con la toalla en el baño, muletazos con el periódico por la calle a todo aquello que se mueve, muletazos del desprecio en algún paso de cebra a algún nervioso que no para, paseíllos de lujo en lo que antes era un caminar destartalado en los paseos matutinos con mi perrita, es decir, sentimiento, sentimiento y sentimiento.
Todo eso, lo ha producido de nuevo Morante, sólo con decir que va a volver a torear, a partir de aquí sólo nos queda que cuaje unos cuantos toros esta temporada y nos haga disfrutar de verdad del toreo en su más pura esencia que al fin y al cabo es lo que él sabe hacer. Por lo cual, la mejoría del torero ha supuesto la mejoría muy considerable, tanto del aficionado como de la temporada 2005, que vuelve a partir desde un listón muy alto y con cierto interés a partir de ahora.
Por cierto, aunque ya más antiguo, todavía nos queda otro mal a los aficionados que no hemos curado y que no por largo hemos olvidado, la JoseTomasitis. Esperamos que alguien encuentre solución para esta enfermedad y también llegue el día de la curación total, por el bien de la Fiesta.
Suerte MORANTE, porque tu suerte, será nuestra satisfacción.