Cuando un ser humano, en la profesión que fuere, alcanza el rango de empuñar lo que llamamos leyenda, ciertamente, nos encontramos ante alguien muy singular. Este el caso de Rodolfo Rodríguez El Pana que, tras tantos años, cualquier actuación suya alcanza el máximo grado de expectación, sin duda, por aquello de la leyenda antes comentada.

El Pana, el pasado año, antes de hacer el paseíllo en Cuenca

El Pana no es un torero cualquiera; nunca lo fue. Se trata de un diestro singular y único; torea El Pana y, de repente, la expectación está servida al más alto nivel; ni las máximas figuras del toreo logran entre los aficionados que cale la ilusión del propio diestro en los corazones de los aficionados; pero es lógico que así sea porque, ante las figuras, todos, hasta los niños de pañales saben qué van a ver. Siendo así, ¿cómo pueden crear ilusión? De ninguna manera.

Sin embargo, Rodolfo Rodríguez El Pana es capaz de crear esa aureola tan mágica a su alrededor que, los aficionados, ante el hecho de su presencia en cualquier plaza, todos vibran al unísono. No puede ser de otro modo. Desde lejos, muy lejos, se adivina que El Pana es un torero; vestido de torero o de calle, nada importa porque su persona denota un aire de torero exagerado; su alma de artista se percibe desde muy lejos, todo por su leyenda personal e incomparable.

Si el año pasado se presentó en España en la feria de Cuenca, en esta ocasión, a la espera de ser contratado para confirmar su alternativa en Madrid, El Pana hará su presentación en Francia en la plaza de toros de Saint Vincent de Tyrosse, el próximo día veinte de los corrientes en que, como hemos podido saber, Roberto Piles, como organizador de dicho festejo, al mismo le está dando aires de acontecimiento grande; en realidad, así lo es.

Confesaba El Pana sentirse más ilusionado que nunca puesto que, como él nos confesara, está a las puertas de la conquista de Francia, un reto que le mantiene vivo e ilusionado; más que nunca. Recordemos que, todas las actuaciones de El Pana, todas, sin distinción, si las analizamos, han estado rociadas de la expectación más grande. Luego, tras finalizar el festejo, será lo que Dios tenga previsto y si nos centramos más, lo que los toros le hayan permitido.

Pero nadie en el mundo, salvo José Tomás, le gana a Rodolfo Rodríguez El Pana en cuanto a la expectación. En la plaza francesa anunciada, todos se preguntan, ¿quién es El Pana? Pero allí, en Francia, sobran aficionados auténticos que, sabedores de la grandeza del diestro mexicano, promulgan su nombre por todas las esquinas.

El Pana es un hombre repleto de virtudes, pero aquello de que nos rejuvenezca a todos aquellos que somos sus contemporáneos, ello es algo impagable; todos los de su tiempo, por arte y magia de su leyenda, de su persona, todos nos sentimos jóvenes.

En su nombre y a modo de metáfora, todos nos enfundamos el traje de luces cuando torea el Pana, sencillamente, porque El Pana es un poquito nuestro; digamos que es patrimonio de los aficionados que amamos su arte puesto que, todos, sin distinción, queremos ver la “chistera” del Mago de Apizaco que, con toda seguridad, para Francia, nos tiene reservada una sorpresa mayúscula.

Suerte, maestro. Que Dios le siga bendiciendo.