De que Simón Casas es totalmente distinto al resto de los empresarios del mundo, ello, es una verdad que aplasta. El francés, años atrás, supo “amamantarse” en los “pechos” de Chopera y, ahora, pasado el tiempo, es la envidia en el mundo empresarial. Sus pruebas, así le delatan. Queda claro que, para la gestión taurina, Simón Casas, es un tipo admirable. Ahí están sus logros y, el hombre, en un ataque de autoestima, al final de la temporada, como hemos podido comprobar, le enseña al mundo lo que han sido sus logros y, algo tan sencillo, hasta ahora, nadie se había atrevido.
Los datos que nos ha mostrado son reveladores; todos ellos, acontecidos en su plaza de Nimes en que, dicho coliseo, a lo largo de la temporada, ha vibrado en todas sus vertientes, siempre, para intentar complacer al aficionado que, como cliente, merece el respeto que Simón Casas sabe ofrecerle. Casas ha sabido compaginar, en su coliseo, el toro con el torero; el arte con la inspiración; el caballo con el jinete y, las figuras con los toreros, un amalgama de situaciones que, como resultado, le han dado un éxito sin precedentes.
Convengamos que, el éxito, en la vida, jamás viene sólo; es algo que hay trabajarlo mucho, laborarlo con denuedo, con dedicación y constancia. Estos planteamientos, Simón Casas los ha llevado hasta la primera línea de batalla y, como explico, al final de la temporada, puede esgrimir unos datos realmente fantásticos que, como siempre, le dejan en primera línea de parrilla de cara a la temporada vendiera.
Tendremos que aceptar, aunque nos duela, la tremenda capacidad de este hombre llamado Simón Casas que, del espectáculo taurino ha sabido hacer una constante innovación; pero siempre, bajo los auspicios de una afición que, respetada y consentida por el empresario, goza con pasión aquello que le han prometido cuando lo han visto plasmado en el ruedo nimeño. Ciertamente, Simón Casas, tiene todo el derecho del mundo a esgrimir, cual trofeo importante, lo que han sido sus logros durante una intensa temporada en que, en su ruedo, no ha faltado nadie de los que en verdad importan en la torería; toros y toreros, todos en la elite, han pasado por ese ruedo que, como los propios protagonistas confiesan, han disfrutado en todas las vertientes; artística y económicamente. Siendo así, es totalmente lícito que, un empresario, como tal, le pueda mostrar, como es el caso de Simón Casas, sus éxitos a sus clientes y a toda la afición del mundo.
Produce cierto rubor que, como aficionado, mi caso y el de otros miles esparcidos por el mundo, tengamos que reconocer que, ha sido un francés el que haya tenido un sentido innovador en la fiesta taurina que, hasta la fecha, nadie antes había logrado. A las pruebas me remito. Y digo las pruebas porque, no tengo el gusto de conocer de forma personal a este hombre; pero me bastan y me sobran sus hechos y, por encima de todo, lo que de él opinan los que le han tratado, de forma concreta, aquellos que han cobrado lo que con él habían pactado; llámese ganaderos y toreros que, según cuentan, su proceder, es altamente admirable.
Le queda, como asignatura pendiente, la plaza de Madrid que, con toda seguridad, licitará en buena lid; la concesión será por cuenta de los responsables de la Comunidad Autónoma de Madrid, pero no me cabe duda que, el pliego de Simón Casas, como se hace presagiar, será innovador y tentador. Los números lo dirán todo; así como la letra firmada en el contrato respectivo. Pero detrás de las cifras y las estadísticas, propiamente analizadas, respecto al pliego de Simón Casas, queda un tipo singular que, para confeccionar sus carteles, ante todo, cuenta con sus clientes y, algo que parece muy simple, en España, nadie lo ha llevado a cabo. Por todo ello, Simón Casas, como empresario y apoderado merece todos los respetos.