Diego Silveti, hijo del inolvidable David, comenzará sus andanzas como novillero en México este viernes 27 de noviembre; ya lo hizo discretamente en España. No obstante, lo que muchos aficionados nacionales no entienden, es… ¿por qué no lo hace igual que todos los novilleros, alternando con jóvenes de su edad taurina, en lugar de aparecer en festejos mixtos, compartiendo cartel con dos toreros consagrados?
Diego Silveti
A cada plaza que he acudido de la geografía taurina mexicana, aparece similar cuestionamiento del público:
“¿Será acaso un desprecio hacia los novilleros mexicanos porque no lo merecen?”.
O bien, “De esta forma siempre tendrá garantizado el triunfo, dado que sus novillos podrán estar muy escogidos, ya que será el único novillero en el cartel”.
Preguntas y afirmaciones que en lo particular no puedo dar respuesta, pero que sin embargo, se están multiplicando en el ámbito taurino de nuestro país.
Por supuesto, que lo lógico, lo conducente sería que Diego Silveti debiera alternar con todos los novilleros mexicanos, y que fuera el mismo destino quien escogiera en los sorteos los novillos a enfrentar, para de esta forma ir consolidando en él, un auténtico prospecto.
Porque de la forma que se pretende llevarle, es muy posible que al saber que ya tiene escogidísimos ejemplares, caiga en la nada edificante comodidad, y se forje un futuro incierto por lo ficticio de su desarrollo.
Pero… cada cabeza es un mundo.
Le hemos visto torear vaquillas en algunas ganaderías, y se ha convertido en la fiel réplica de su señor padre, el siempre bien recordado David Silveti, además de cuidar de forma excesiva las posturas, cuando el arte se distingue justamente por su naturalidad en el contenido y las formas.
Se entiende de la herencia, porque es obvio, pero también se comprende que teniendo Diego muchas cualidades, sería mejor que sus mentores le guiaran ayudándole a labrar su futuro, con su propio sello, con su propia forma de expresar y sentir el toreo; ya que David y Diego, son dos épocas diferentes, otras condiciones físicas, y que si bien es cierto Diego es el fino heredero de David, no puede ser la réplica fiel de su padre.
Diego debe permitir salir a Diego, y no obligarlo a quedar oculto en el más recóndito rincón de su ser.
En fin, lector amigo, que al igual que muchos aficionados, coincido que Diego debe hacerse novillero contendiendo con sus compañeros; por ejemplo, sería muy interesante verlo torear al lado del tlaxcalteca Sergio Flores, quien se está constituyendo en el mejor novillero de México, o bien, con el ecuatoriano Juan Francisco Almeida, que demostró con sólidos argumentos, su gran valía torera, al ser el absoluto triunfador de la temporada de novilladas del Nuevo Progreso de Guadalajara.
Creemos que por este camino además de existir una auténtica rivalidad, desarrollaría Diego su propia tauromaquia; ya que la comodidad de ir con dos matadores consagrados, podría extraviarlo de su objetivo.