En los toros echamos en falta la imaginación empresarial y, como tantas veces hiciera Simón Casas en Francia, es ahora, aquí en España donde anhelamos alguna que otra novedad para que, a la hora de acudir a los toros, lo hagamos ilusionados; con lo que tenemos, no dejamos de ser unos autómatas que, por la inercia del mecanismo de nuestra afición, somos capaces de sentarnos en un tendido para que, como tantas veces ocurre, sea el tedio el que nos acompañe.
Hacen falta revulsivos y, cuando creemos que ya está todo inventado, de pronto, como ocurriera el otro día en Linares, vemos un “mano a mano” glorioso entre José Tomás y Curro Díaz. Y entrecomillo lo del mano a mano porque, para mayor desdicha, Curro Díaz sólo pudo matar un toro mientras que, el primer espada del cartel, Finito de Córdoba, anduvo por allí como alma en pena. O sea que, dos toros en manos de José Tomás y, un solo ejemplar para Curro Díaz, con semejantes argumentos, ambos diestros demostraron lo grande que puede ser la fiesta cuando se conjuga la ilusión y la competencia.
Abogo yo por la carencia de este tipo de festejos en que, dos diestros, con el bagaje de su torería puedan ser capaces de llenar una plaza de toros, de ahí el miedo “escénico” por parte de los empresarios en que, difícilmente pueden acometer dicho reto porque, como sabemos, hasta con un terceto de espadas de relumbrón, es casi imposible llenar una plaza de toros.

Un gran mano a mano. Los dos tienen cara de buenos amigos
Como antes decía, falta imaginación y sobran amaneramientos. Casi siempre solemos decir que ya está todo inventado y, la realidad suele ser muy otra. La torpeza de muchos empresarios no es otra que tener arrinconado a Curro Díaz cuando, como se sabe, podría ser un filón de oro para los carteles; especialmente, tras lo de Linares, en lo que llamaríamos como competencia directa con un solo diestro, llámese José Tomás o Morante de la Puebla.
Soñemos y, al abrir los ojos, que la realidad sea un manifiesto verídico. Si, amigos, Morante de la Puebla y Curro Díaz en un reñido mano a mano, como se anunciaba antes en los carteles. Éste sí sería el verdadero cartel del ARTE con mayúsculas. El toreo barroco y eterno de Morante junto al magistral arte de Curró Díaz, en solemne rito artístico, podrían arrebatar a todos los públicos del orbe taurino.
Morante se sabe torero y, su expresión artística, la que adorna con el bagaje de sus sentimientos, incluido el enorme valor con el que rocía ahora sus actuaciones, es capaz de arrebatar allí donde fuere; y si tal virtud le añadimos que a su lado tuviera un competidor de su talla y esencia, caso de Curro Díaz, con ello tendríamos el cartel soñado puesto que, ambos diestros, capaces del todo y de la nada, no dejarían indiferentes a nadie; en el noventa por ciento de sus actuaciones, en la actualidad, se podría saborear el todo puesto que, a ambos diestros les sobra valor para desarrollar su torería infinita. La naturalidad de Curro Díaz, auspiciada por el barroquismo de Morante, con dichos diestros, tenemos servido el más suculento manjar. Y abogo por Curro Díaz y lo haré las veces que haga falta porque, como demuestra siempre, su arte sigue siendo el valor más bello de su existencia. Ahí están las pruebas.
Dejémonos de repeticiones sincronizadas con la baraja actual de diestros; que sí, que todos pueden tener cabida; pero seguirá siendo un atentado artístico no gozar en plenitud en los carteles con el referido diestro linarense; no ya como terceto, más bien, como referente bellísimo para cualquier cartel en que, junto a Morante o José Tomás, Curro Díaz pueda dar la medida, la gran talla de su arte. Recordemos que, Curro Díaz, con un solo toro que pudo matar en Linares, como logro significativo, le bastó y le sobró torería para llevarse incluso el prestigioso trofeo Manolete que establece el ayuntamiento de Linares. Sin duda alguna, estamos hablando de un torero, en realidad, de un gran TORERO.