Hace ya más de un mes que el empresario de la Monumental Plaza de Toros México, decidió cerrar las puertas del coso titular de México, tras haberle negado el juez de plaza Ricardo Balderas, al incipiente novillero de Apizaco, Jaime Ruiz, una oreja, que a juicio de la paupérrima asistencia merecía.En el sentido estricto de la tradición, así como del marco legal que regula a la Fiesta de los Toros en la Ciudad de México, la primera oreja se concede a petición mayoritaria del respetable, aunque en este caso concreto y, a pesar de que la asistencia haya sido tan pobre, Ricardo Balderas, tenía que respetar la petición y no haber hecho prevalecer su criterio, por encima de lo que juzgaron los asiduos concurrentes.

Suma de voluntades para devolverle el esplendor a tan magno escenario
En derecho le asistía la razón al empresario en su protesta contra la negación del trofeo, y pudo haber increpado legalmente ante las autoridades, solicitando una exhaustiva revisión, no sólo de la actuación del juez Balderas, sino de los que están ocupando el palco de la autoridad en la actualidad, incluso para destituirlos si el caso lo ameritaba, pero… siempre tiene que aparecer ese demoledor, incongruente y nada edificante... pero.
Ocurre que el empresario no pudo calmar la ira, y su carácter le volvió a jugar una mala pasada, perdió los bártulos, y armó un espectáculo inadmisible para quien guía los destinos del coso titular de México, sobre todo, porque estaba llevando la fiesta en paz.
Los peor… sí, lo peor, es que efectivamente la razón le asistía, y no pudo hacerla valer.
Inmediatamente vendría el ya conocido cierre La México, una absurda manifestación de ciertos toreros, novilleros, vendedores de cerveza, almohadillas, fritangas, etcétera, etcétera, etcétera, en la plaza principal de la Ciudad de México, a la que le conocemos como el Zócalo, ante el edificio que alberga al Jefe de Gobierno de esta megalópolis; y como era obvio, las autoridades para quitarse de encima a estos manifestantes, les prometieron una cita que, por supuesto, no han concedido.
Sí, ante la incredulidad de los manifestantes que fueron citados cinco días después para la supuesta reunión del empresario con las autoridades del gobierno capitalino, fueron testigos de la contundente respuesta al no escenificarse dicha entrevista: "En realidad no nos interesa la Fiesta Taurina, vayan a la Plaza México hacer allá su protesta, porque fue el empresario quien cerró la plaza, nosotros no tenemos ningún impedimento para que se abra, mientras cumpla con lo marcado por la ley".
Y hasta el momento, todo ha quedado en suspenso.
En un avasallador suspenso, que está afectando y en mucho a la Fiesta Taurina Mexicana, porque si bien es cierto que el empresario cerró la plaza, también es una verdad irrebatible que se tiene y debe analizar las actuaciones, no sólo de los jueces de plaza sino también de quienes les apoyan.
¿Qué podría ocurrir?
Si no se cumplen con las doce novilladas estipuladas por el Reglamento Taurino y por la Ley para la Celebración de Espectáculos de la Ciudad de México, es casi seguro que no se autorice la temporada grande.
Es quizá por esto, que las autoridades están dejando pasar el tiempo sin decir nada.
Lo conducente sería que el empresario buscara un acercamiento con las autoridades, a través de la Comisión Taurina (un inútil órgano que no sirve para nada... pero habría que buscarlo), ya que a pesar de todo, es el órgano asesor en materia taurina que directamente acuerda y propone al Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, con el fin de que todo se desarrolle legalmente en los cosos de esta inmensa capital mexicana, salvaguardando la integridad y dignidad del espectáculo y de los aficionados.
Un momento fundamental, para que la propia Comisión Taurina deje su marasmo, y también intente ese acercamiento... salvaguardando en consecuencia, y por su responsabilidad, el espectáculo taurino en la Ciudad de México, como parte importante de la cultura popular con cerca de 5 siglos de historia.
¿Se puede?
¡Por supuesto que sí!
La política se invento para no pelear... para no agredirse, para llegar a acuerdos, sumar voluntades y conciliar; así que se requiere de la buena voluntad de todas las partes involucradas, con el fin de conseguir anclar en feliz puerto, y volver a ver abierta la Monumental Plaza de Toros México.
Ojalá y así suceda.