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Pla Ventura |
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España |
[
30/05/2006 ] |
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El milagro de la casta puede con todo. Hoy, nadie ha bostezado en Madrid. Los resultados han sido dispares; si acaso, tampoco los que todos soñábamos pero, el milagro de la casta ha podido con todo. Los novillos de Bucaré, procedencia Santa Coloma, ha sido los auténticos protagonistas de la tarde que, como se ha comprobado, han vendido caras sus vidas y, por consiguiente, han puesto en serios aprietos a sus lidiadores. Es verdad que, en esta ocasión, ante todo, se ha evidenciado que, la torería actual, con sus lógicas excepciones, quiere, aprecia, anhela, sueña y practica el toreo con el toro moderno; es decir, ese animal que, como Juan Pedro les denominara, tienen sangre de artistas, embestidas aborregadas y apenas peligro. La casta, entre la torería actual, les suena a cuento chino; mejor dicho, a algo que quedó anclado en los anales de la historia y, como tal, es hermosa, pero llevarla a la práctica en los tiempos que corremos, llegado el caso, surge el pánico. Ciertamente, si como en esta ocasión, aflorara la casta de los toros cada tarde, en un abrir y cerrar de ojos, nos quedábamos sin toreros. Convengamos que, ser torero, en realidad, es una de las profesiones más difíciles del mundo y, de salir por toriles, de forma habitual, como en esta ocasión, la sangre de Santa Coloma, se dispersaba el escalafón de toreros de una forma tan brutal que, muchos, sin remisión, buscaban otros horizontes para sus vidas.  Y, lo peor de todo es que, como se trataba de una novillada, para mayor desdicha de los actuantes en el día de hoy, flotaba en el ambiente la torería que, hace muy poquitas fechas, supo esgrimir Alejandro Talavante en este mismo ruedo. Con ese recuerdo, esa añoranza y los inmensos deseos de volverle a ver, todo ello, frenaba aquello que pudiera acontecer en el ruedo que, pese al denodado esfuerzo de sus lidiadores, en honor a la verdad, supo a poco. Quizás que, el más puesto, Israel Lancho, gozó de los mejores momentos de la tarde, aunque, sin logro alguno; logro digno de relevancia. Una estocada certificó sus buenos deseos. Pero había mucha tela que cortar; los de Bucaré necesitaban de lidiadores a la antigua usanza y, como explico, la torería moderna, no está para muchos trotes. Raúl Cuadrado puso, al igual que sus compañeros, una voluntad de hierro pero, ahí murieron sus ilusiones. En esta novillada comprobó que, de salirle muchos toros como los que hoy tuvo que lidiar, sus deseos por ser torero, podían acabársele más pronto de lo que él pudiera imaginar. Por supuesto que no eran hermanitas de la caridad precisamente; pero esa es la grandeza por ser torero, afrontar retos que, por supuesto, un carpintero, no tiene que acometer y, esa es, justamente, la diferencia que marca una profesión de otra. Al igual que sus compañeros, Medhí Savalli, pasó un mal trago. Novillos de Santa Coloma y, para colmo, Madrid. Papeleta dificilísima que, el francés, resolvió como Dios le dio a entender. Nadie les negará, a ninguno de los tres actuantes, su tremenda voluntad, sus deseos por jugarse la vida………pero, en definitiva, lo que se llevaron resultó ser un suspenso. Como vimos, al final, el silencio, resultó ser el detonante de sus actuaciones. Dicen que duelen mucho los silencios de la Maestranza, pero lo que en verdad duele, sin lugar a dudas, es el silencio de Madrid. *En la gráfica, dos de los novilleros: Savalli y Cuadrado
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