El próximo domingo, en la plaza de Santa María de Bogotá, la afición colombiana quiere tributar un lindo homenaje a su hijo predilecto, cual es el caso de César Rincón. Entre otros actos, doce mil claveles rojos caerán a los pies del torero colombiano; será, como se evidencia, una forma de homenajear al ídolo, al hombre que, de la nada, con sangre y fuego, ha sido capaz de llegar a lo más alto y, ante todo, pasear, con orgullo y dignidad, el nombre de su país del cual se siente orgulloso por haber nacido en aquellas tierras andinas.
Colombia se siente próxima a Rincón, tanto, como sienten a Gabo y a todos los que, con esfuerzo, talento y altura de miras, han sabido capaces de engalanar el nombre de Colombia para exportarlo al mundo. Y César Rincón se siente más colombiano que nunca, más hijo de su país puesto que, tras haber luchado contra la muerte fuera de los ruedos, hoy, lleno de vida y pletórico de salud, quiere ofrecer sus últimos y legítimos éxitos a su afición, en definitiva, a su país querido.
En esta fecha a que aludo, cuando el ruedo esté pleno de claveles y que los mismos formen un manto rojo lleno de perfume, César Rincón, con gesto emotivo, mirará al cielo y, con la fuerza de su corazón, con el lenguaje de su alma, le dedicará este nuevo éxito a la memoria de su inolvidable madre, aquella señora humilde que, el día del parto, seguramente, no pensaba que su hijo pudiera llegar tan lejos; tan lejos y tan cerca, todo a la vez, puesto que, Rincón, el que ganara gloria y dinero con su arte y con regueros de sangre brotados de sus cornadas, no ha olvidado sus ancestros humildes, algo que le hace grande y distinto. Doña Maria Teresa, desde los cielos, vibrará con el mayor triunfo de su hijo, vencer a la muerte y, como ahora, contemplar como, en su Bogotá natal, el pueblo, su pueblo, le adora y quiere, hasta el punto de quererlo como ídolo nacional, no en vano, Rincón, entre aficionados y los que no lo son, ha conseguido el cariño de toda Colombia.
Los éxitos de Rincón en esta su reaparición en todas las plazas colombianas, han demostrado que, su corazón sigue intacto, su torería está pletórica y que, su desprecio a la muerte en aras de su arte, es una realidad latente y demostrada. España le espera, Francia le aguarda y, el mundo del toreo en su totalidad, le admira por completo. Ahí están las pruebas. Rincón ha evidenciado que, para reaparecer, ante todo, hace falta sólo un corazón a prueba de emociones y, como tal, Rincón ha demostrado que quiere y, como quiere, puede. Si acaso, todos los que pretender reaparecer, podrían mirarse un poco en el espejo del maestro de Bogotá; si entienden ser capaces de emular al maestro colombiano, ellos mismos entenderán que en verdad pueden reaparecer; de lo contrario, en sus casas están todos muy bien.
Doce mil claveles para César Rincón; pocos claveles me parecen para el torero que más y mejor ha perfumado y embriagado los ruedos del mundo con su arte.
PLA VENTURA.