Va terminando el mes de agosto, que parece el de la cosecha en el mundo de los toros, y con ello ya no saben los matadores y novilleros dónde guardar la montonera de orejas, incluso rabos, obtenidos por esas plazas de Dios.
Al hablar de espuertas, algunos pensarán que lo mas propio sería decir esportones, tratándose de toreros, pero no es un error de quien escribe. Los esportones están creados para guardar y transportar los distintos utensilios que necesitan los toreros para la lidia, fundamentalmente capotes y muletas. Es cierto que en ellos siempre habrá un hueco para guardar esa oreja u orejas ganadas a ley y que el diestro quiere conservar como recuerdo de su éxito en una tarde para no olvidar. Pero son las menos. Las que hay que guardar, y lo saben ellos, son aquellos trofeos obtenidos en plazas de categoría o el día de la alternativa por poner un ejemplo. Todas las demás, deben guardarse, o tirarlas, a espuertas.
Las espuertas, ya de por sí amplias y con buen fondo, se hacen necesarias en este mes para ir echando en ellas esa cantidad de despojos obtenidos una tarde sí y otra también. No hay mes más fácil y que cuenta con más facilidades para la obtención de trofeos que este de Agosto. La generosidad, e ignorancia, con la que públicos cariñosos celebran sus fiestas, son semillero para cosechar y mejorar las estadísticas de todos los toreros. Hasta los que no cortan una oreja ni por recomendación se libran este mes de necesitar la espuerta para echarlas.
Y tienen poco valor, por eso no van al esportón, sino a la espuerta. Lo saben los toreros, lo saben los empresarios, lo saben hasta los públicos que las conceden, pero hacen bonito en las reseñas y, como decíamos, mejoran las estadísticas personales. Dichas estadísticas tienen su miga, pues luego vienen los orejófilos, que es una especie de contable vestido de empresario o de alcalde con ansias de protagonismo, que precisa de esas cuentas para programar sus festejos, -véase artículo, desde México de Morales- y de ahí no le podrán sacar: si no es torero que corta orejas, no se le anuncia y todos en paz. Luego esto se convierte en la pescadilla que se muerde la cola; de ahí la importancia que se le da a tal despropósito.
Convengamos, y es fácil colegir, que todo el mundo sabe que esas orejas conseguidas en las rebajas de Agosto no tienen valor, pero los taurinos son muy suyos y no hay quien les baje del burro en el que se cometen las burradas y que han conseguido hacer ley. Claro que para torear este mes tienes que ser de la partida, sino tampoco entras en el campeonato. Es decir, los que no tienen hecha la temporada, tampoco pueden aspirar a este deporte competitivo en números que representa Agosto. Al final, visto de esta manera, este mes condiciona las contrataciones del año que viene. Sevilla y Madrid quedan ya lejos. Esas que tenían que ser las plazas que marcaran pasan al olvido de inmediato, a salvo aquél o aquellos que destacaron de forma espectacular y que, aún así, deben cumplir en Agosto ¿verdad Javier Vázquez o Rafael de Julia, por ejemplo?.
Lo más llamativo en este mes, llamémosle de gracia, mas que nada por tenerla, es que lo que de verdad marca en él es el no cortar orejas. No tiene tanta importancia el cortarlas como el que no. Eso sí que es grave. Los empresarios se suelen decir que si con las rebajas y las facilidades que dan los públicos festivos que llenan, -perdón, que no llenan- las plazas, no se cortan trofeos es que hay que ser muy malo. Efectivamente, malo de aquél que no llena la espuerta de orejas, señal inequívoca de ser un negado para este negocio. Bien es cierto que se puede tratar también de un buen torero que no da gusto a esos públicos por dignidad o que falla después lamentablemente con la espada. Las dos cosas pueden ser, pero lo peor es el aspirante a figura que no llene el esportón: ese es muy malo, sobre todo para el negocio tal y como está montado.