Repaso artículos anteriores y busco en ellos alguna profecía en cuanto a la futura aparición de figuras de marketing en los ruedos. Lo encuentro en uno que titulé “Ni figuras tenemos” y en el que haciendo un repaso de la situación del escalafón, a principios de temporada (era allá por San Blas), me preocupaba la falta de elementos motivadores en las plazas y veía en éstas terrenos abonados para la a aparición de toreros-figuras del papel cruche. Me preocupaba también la marcha de Ponce pero ahora, a toro pasado, habiendo visto el resultado de Sevilla y de Madrid, Castella, Rincón y El Cid y la regularidad de Morante, de quien también me ocupaba, el caso Ponce se me antoja mucho menos importante. Quiero decir que visto lo visto Ponce puede ir dejando su liderato y retirándose poco a poco porque el hueco no va a quedar vacío. Por lo que parece, El Cid también tiene la virtud de saber hacer faena a todos los toros y en vista de la fama que está alcanzando no sería raro que fuera cogiendo el sitio que deja el de Chiva, saltándose por encima a Julián López, que no se ha esforzado por tomar el relevo.
El caso del Cid está más que tratado y ya hemos hablado de él. Sin embargo hoy es cita obligada para hablar del toreo actual. Al Cid lo veíamos venir, nos tenía en ascuas (y nos sigue teniendo) cuando cogía el estoque, pero para entonces ya nos había deleitado en la muleta. Y así una vez, y otra y otra... La estocada al toro de Victorino en Madrid ha sido la más esperada de toda la historia del toreo. Hasta entonces: muchas lágrimas, tener el cielo en las yemas y no meter la mano, malos ratos por el acero, a parte de los avatares propios de la profesión más dura del mundo. Tesón. Y al final, sangre, sudor y hierro, el Cid cabalga. Y hoy, como a las grandes figuras, se le contrata para todas las ferias, se le hacen reportajes a nivel internacional y es famoso en todo el mundo.
Cabalga también Cayetano, nieto, hijo y hermano. Que llagaba uno de estos se veía venir. Había hueco para un torero de este tipo y le ha tocado ser a él. También a él se le hacen reportajes a toda página y más ahora, desde que ha decidido que quiere ser torero. Dicen unos que se parece a Ordóñez, al que yo no vi y otros que a Paquirri, al que tampoco vi (dice nuestro director que los aficionados jóvenes tenemos la suerte o la desgracia de haber visto torear a muy pocos toreros) y a mí me pareció un novillero más, de los que hay muchos e incluso peor que otros muchos. Aunque no todos se pueden hacer acompañar por Curro Vázquez o por Espartaco, ni llenan los callejones de fotógrafos del Hola y del Diezminutos. A estas alturas no vamos a descubrir que juega con ventaja y que (digan lo que digan ellos) tiene cierto enchufe. Sin embargo en todas las áreas del trabajo existe el enchufado y más en este país nuestro. Es más, en ocasiones llega a suceder que el enchufado incluso es bueno en su función. No sé si es este el caso, el tiempo lo dirá y oportunidades de practicar y demostrarlo no le van a faltar. Toreros como este Cayetano llegan al toreo sin máximo esfuerzo, sin haber cumplido los requisitos básicos en cuanto a números de festejos toreados o en cuanto a total de puertas tocadas en busca de oportunidad. Pero tampoco debe extrañarnos, los valores sociales de hoy en día son así, se promociona la llegada al éxito sin falta de esfuerzo. Por todas partes tenemos ejemplos.
Me parece precipitado querer comparar a Cayetano con su abuelo o con su padre, todavía es muy temprano para eso y de momento es sólo un novillero con nombre. Pero estas comparaciones no son sino componentes de su propia campaña de ventas (de ahí que nadie en su entorno lo haya querido comparar también con su hermano). No obstante estos toreros de marketing acaban llevando gente nueva a la plaza que es cosa que nos hace mucha falta. De lo que sea después...: al menos que no le haga daño a la fiesta. Y es que eso tienen también estos toreros, traen gente pero causan daños que luego son irreparables. Hagan ustedes cuentas...