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Visite nuestra ficha del festejo. Dieciséis
corridas de temporada, cuatro menos que lo usual. No obstante, llegamos hasta acá
fatigados, agotados, y con poco ánimo de seguir poniendo atención al devenir de
la Plaza México. Ha sido una temporada de resistencia, a pesar de su cortedad,
a pesar de los episodios interesantes, y hasta de cierta mejoría en términos
ganaderos. Sin embargo, a la temporada no le permitieron romper, y navegará en
el recuerdo con la bandera de la medianía, midiéndola con cierta benevolencia. La
pobre programación de la empresa, la falta de una verdadera apuesta por hacer
fiesta brava, y la mediocridad de nuestros espadas mexicanos asfixiaron a la Temporada
Grande 2018-19. Qué mejor
escenario (o cuál más catastrófico) que la oreja de oro. La corrida de la Asociación
Nacional de Matadores de Toros, Novillos, Rejoneadores, y Similares. A todas
luces le impusieron una terna al sindicato, en un malparchado homenaje a Mariano Ramos, en el que se develó un
buen busto obra de Raymundo Cobo. No
hubo las cursilerías empalagosas y
chocantes del homenaje a Miguel Espinosa, con Yiyo al borde del llanto a moco tendido en el micrófono. Y, sobre
todo, no hubo en el ruedo ningún participante que tuviera la más remota relación
taurina con la obra, el concepto, y la figura del maestro Ramos, ante la plaza
absolutamente vacía. Un papelón que pudimos evitarnos. El coraje y la injusticia
de aquella vuelta al ruedo de sus cenizas con la plaza tan colmada como
entregada frente a la satisfacción de los viejos sátrapas del coso, que le
impidieron despedirse en vida, seguirá siendo el mejor homenaje.  Tibio homenaje al maestro Mariano Ramos Decíamos,
pues, impuesto. El torero de la empresa, que ya no apodera la empresa, pero que
a todas luces sigue siendo cuate de la empresa vino a reconfirmar que difícilmente
pasará de llamarada de petate tras ocho años de alternativa. Sergio Flores
exhibió un estancamiento artístico y técnico tremendo, que debe subsanar si
pretende seguir en plan ascendente. A Michelito Lagravere lo echaron al fuego
en la última corrida, en las peores condiciones posibles. Bien valdría
preguntarse si de verdad apostaron por él, o simplemente se quitaron de encima
el compromiso.
Arturo Saldivar mató cuatro toros. Después de la
ineficacia y la desesperante impotencia del personal de la plaza para devolver
al primer toro (hay cosas que nunca cambian), que se lastimó. Tras una hora de entretenidísimos fracasos, y ejerciendo
como director de lidia, despenó a Ahijado
–n. 391, 493–. Jabonero sucio de Arturo Gilio. Al primero de su lote,
Buen Amigo –n. 5, 484 kg.– de Cieneguilla,
lo quitó por gaoneras y después le estructuró un trasteo muy de los suyos. Por
momentos muy bien por el lado derecho, aunque sin romper nunca, aceleradón y
brusco. Por el lado izquierdo embarullado, salvo en par de ocasiones. Cortó una
oreja. El cuarto tenía mucho que torear, se llamó Melindroso –n. 55, 562 kg. –. Saldivar nunca se acomodó, y escuchó
dos avisos. Todavía regaló un séptimo, Regalito
–n. 41, 493 kg.–, de Arturo Gilio, soso y sin clase con
el que cosechó otro aviso.  Saldivar, más atleta que artista Sergio Flores estuvo en el sitio con un toro que
poco a poco fue a más. De la movilidad inicial terminó emotivo y largo,
humillado y embistiendo pasito a pasito. El tlaxcalteca le hizo una faena
breve, intensa, de mucha actitud y disposición, pero al menos irregular en términos
artísticos y taurinos. El trasteo fue fundamentalmente derechista, como se está
haciendo costumbre en Flores. Rompió a partir de una arrucina a compas abierto,
y lo mismo alternó pases de buena factura que feos latigazos rematados por
alto. Hace falta reposo, temple, y expresión. Pinchó antes de estocada entera,
y cortó una oreja protestada. Compadre –n.
16, 522 kg.–, de Cieneguilla, recibió el arrastre lento. Esta faena le valió la
oreja de oro. Sobresalió el par de Gustavo Campos. Poco para el recuerdo
con el tercero, de Arturo Gilio, llamado Cumplido
–n. 132, 503 kg. –.
 Sergio, por las mismas Michelito Lagravere pechó
con el peor lote. Un muy débil 1º bis, Vencedor
–n. 31, 516 kg. – de Cieneguilla sirvió para la anécdota
de la confirmación de alternativa. Deslucido y soso el sexto, Venadito –n. 152, 524 kg. –, del mismo
hierro. Regaló un octavo, de San Mateo, Don Paco –n. 9, 529 kg. –, muy bueno, emotivo y bravo. Con perdón
del sector de la afición, dentro y fuera de la plaza, que se dedicó a
reventarlo, pegó los mejores muletazos de la tarde. Los suficientes para estar,
por lo menos, al nivel de sus compañeros de cartel, en una triste, estéril, y sórdida
medianía. Mató de estocada tras dos pinchazos y escuchó pitos. Arrastre lento para
el toro.
 Por momentos se gustó Michelito Hay mil
habladurías ahora mismo, Que si se va la empresa, que si se queda, que si las
corridas de cuaresma, que si las novilladas, que si sí, y que si no. Total que
nadie sabe nada. No importa, hace falta desintoxicarse de la experiencia tan
desgastante que fue esta Temporada Grande. ¡Hasta la próxima amigo lector! Y mil
gracias a Opinionytoros por ser nuestra casa una temporada más.
*Fotos: Luis Humberto García "Humbert".
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