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La Fiesta Brava Venezolana no se la tiene fácil en estos tiempos de crisis socio económica política que vive el país, que la tiene en vilo, lo que no implica que dejemos desaparezca por muy difícil que se la tenga y con ella, instituciones formativas como la Escuela Taurina Merideña, cuyo futuro es por demás incierto, sin rumbo y dirección, producto de la intransigencia de quienes fungen como Directivos que ni los propios alumnos, sus padres y representantes conocen. De lunes a viernes, acuden a la Plaza de Toros Monumental Román Eduardo Sandia de Mérida, Estado Mérida, occidente venezolano, un grupo de niños, de ambos sexos, con la ilusión de hacerse toreros, entrenan de la mano de quienes exporádicamente, fungen como sus Instructores pero a ciencia cierta, ni saben si pueden considerarse alumnos de una Escuela Taurina cuya Dirección es fantasma.  Su ilusión de hacerse toreros no debe ser truncada por nada ni por nadie La Escuela Taurina de Mérida, que hasta su nombre propio perdió, no se merece, el deterioro institucional en el que se encuentra hoy día y pregunto ¿cuesta mucho a quienes dicen son sus Directivos reunirse con los Padres y Representantes, poner las cartas y cuentas sobre la mesa, con transparencia e igualdad, elegir una Directiva que guíe la Escuela como debe ser, a qué viene la intransigencia enquistada direccional que esgrimen?.
La Escuela Taurina de Mérida sigue sin rumbo y dirección, un hecho a la vista de todos, del que los únicos perjudicados son sus actuales alumnos, a más ver, con Dios y punto. Foto GC.
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