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El público se echó las manos a la cabeza cuando hace unos días un presidente negaba una oreja a Fortes, entendiendo que se cometía una grave injusticia, cuando en realidad, esta decisión, acertada o no, lo que conseguía era mantener el rigor y la categoría de la plaza. Ayer, sin es más lejos, se otorgaba una oreja a Francisco José Espada sin demasiada exigencia, en esta ocasión eran los aficionados más exigentes los que clamaban al cielo. Pero, ni unos ni otros podían pensar lo que iba a suceder hoy. El presidente de esta tarde, ni corto ni perezoso, echaba un toro al corral sin que nadie le diera un solo capotazo. Un toro manso de salida, abanto, huido de capotes… como tantos, no es un argumento válido para devolverlo, al no ser que se aplique el reglamento taurino de Tanzania o no sabemos de dónde. En este caso, si es verdad, que la seriedad de la plaza ha quedado a la altura del betún.
 El sobrero, negro como el betún, ante David Mora. Foto: Plaza1 Pero, teniendo en cuenta que no hay mal que por bien no venga, a lo mejor esto crea jurisprudencia taurina y a partir de ahora se devuelven todos los mansos que salgan al ruedo… la limpia sería importante.
La tarde, que ha sido poco positiva, ni buena ni mala, ha terminado con otro manso que, dada las circunstancias, debió seguir los pasos de su hermano devuelto.
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