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No me dirán que no les suena la frase, incluso es muy fácil que la hayan pronunciado en más de una ocasión, yo confieso que así lo hice en más de una ocasión. Para qué negarlo, lo confieso y reconozco un error muy grande, primero porque siendo verdad que no acudo a todas las corridas de toreo a caballo, la realidad es que nunca he dejado de ir, nunca he abandonado este tipo de festejos. Eso sí, mi interés por este arte del rejoneo no está enfocado exclusivamente hacia el caballo, no lo concibo aislado, sólo me parece completo si enfrente está el caballo. Y reconociendo la belleza, armonía y lo deslumbrante de la doma, para mí adquiere valor sólo cuando el astado está enfrente y a muy corta distancia, las cabriolas a 40 metros, en este caso dejan de interesarme, sin dejar de reconocer su valor, pero hay cosas que creo que corresponden a otras disciplinas. De la misma forma que no veo al toro en una muestra de la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre de Jerez.
 Toreo a caballo o Arte del Rejoneo Sí que es verdad que mi interés ha decrecido bastante y yo, un admirador de esta forma de torear, si no puedo decir que entienda de toros, de esto muchísimo menos, pero sí hay cosas con las que me emociono, siento el miedo sentado en mi localidad y cuando veo al caballo librarse de las embestidas del toro, créanme que respiro tranquilo. No me gusta ver como se le agota al toro para pararlo, ni ver carreras sin templar, ni cuando clavan al estribo y mucho menos cuando permiten que los pitones toquen al caballo. Pero entre unos y otros, el rejoneo es como un espectáculo de segunda para el aficionado a los toros, algo que nunca debió ser así; se me vienen a la cabeza unos cuantos nombres que en corridas mixtas levantaban de sus asientos a los severos aficionados de Madrid, pero no sé por qué esto dejó de pasar. Yo tengo la sensación de que el toreo a caballo puede que esté sufriendo un período de decadencia, en parte por la poca exigencia de un público festivo, pero es que eso es lo mismo que está ocurriendo en el toreo a pie, el verbeneo se está apoderando de las plazas de toros. Ahí tienen un ejemplo de eso de que hay que dejar de ir a los toros para que los mandones reaccionen, lo mismo que los que se piensan que el triunfalismo es beneficioso. Mirémonos en el espejo de los festejos de rejones y saquemos nuestras propias conclusiones. Eso sí, pensémonos dos veces esa frase que tan poco me gusta de los caballitos, porque el que no va a estas corridas renuncia a emocionarse con grandísimos toreros, que es como se refieren en Portugal a los rejoneadores, simplemente son toreros, que no es poco. Y que me perdone el maestro José Olid por las barbaridades que uno haya podido escribir, pero ya saben, habiendo un toro íntegro presente, nada puede ser mentira.
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