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“Buen viento y buena mar…”, les dicen desde los puertos, a los marineros cuando - en sus embarcaciones - se hacen a la mar pero, qué diferencia cuando el viento permanece durante toda la corrida en la plaza de toros y, su fastidio no permite a quien torea, ejecutar pases sincronizados, con calidad, templanza y hermosura, sea con el capote o con la muleta.
Mala la tarde para Talavante, como único matador. Mala la tarde para Victorino Martín, por el mal juego de sus toros. Mala tarde para los aficionados, por la expectativa que levantó la gran publicidad previa. Mala tarde por la serie de dificultades (fundamentalmente el viento), que tuvo el torero frente a esos astados. Y, posiblemente, lo único positivo, haber visto a través de la pantalla chica, el coso lleno hasta la bandera y, en ese público aficionado, a los tiempos, aficionados de “hueso colorado” – como decimos en Ecuador, a los verdaderos aficionados a la mejor de las fiestas.
Siempre ha sido característica de los Victorinos, salir al ruedo, con cinco toros bravos y un barrabás pero, en esta tarde, ni lo uno ni lo otro. Hemos visto, toros con dificultades pero, incluso, algunos muy mansos. Y, eso debe preocupar a los ganaderos pues, cómo se habrá sentido Talavante que, en toda la tarde, no hubo ni un solo brindis.
 Algunas almohadillas de desilusión acompañaron la salida de Talavante Conocemos que algunos toreros están haciendo cosas diferentes para poder levantar la fiesta que, últimamente, se ha venido abajo pero, una corrida con seis toros de la misma ganadería, es casi un “suicidio taurino”, debido a la falta de variedad. Por eso, Talavante que siempre ha sobresalido por su habilidad de improvisar frente al toro, en esta ocasión, nada pudo hacer. Otra tarde de aburrimiento, sin orejas y muchísimo viento.
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