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La novillada de El Ventorrillo saltaba al ruedo con trapío y malas maneras. Poco a poco se fueron destapando todos excepto el sexto con notables rajadas y demasiadas mansedumbres. El trapío justificaba el espacio ocupado en Madrid pero esto no es suficiente porque el aficionado no sólo quiere sino que a estas alturas de tocarle las paciencias necesita la tan exigida transmisión. Y para transmisión la que nos deparaba el último de la tarde, Superdotado era el toro que el tendido sueña con torear, el que descuelga, el que se mueve, el que exige y el que da. O el que quita en este caso.
Diego Silveti soportará siempre las comparaciones con su padre lo cual es odioso pues hablamos de un torero que es considerado como un Maestro en el Arte de Cúchares por muchos motivos, hechos, faenas y palabras. Su heredero, Diego Silveti, no tuvo su tarde a pesar de estar voluntarioso. La culpa del ganado y también suya. Con su primero se cansó de espaciar por aquí y por allí siguiendo a un toro rajado y de comportamiento extraño: en medio del pase giraba a la contra y se iba. Algo raro e insólito para quien escribe pues nunca vi semejante actuación repetida una y otra vez en un animal que se supone bravo. Tras la voltereta ¨buscada¨ por el novillero mejicano el animal por fin murió cerquita de los espacios de la vergüenza ganadera. Y con su segundo novillo realmente el novillero no pudo porque a pesar del raje del toro el diestro ni lo supo parar ni lo supo machetear o contener o lidiar o vencer.
Víctor Barrio se puede hacer millonario. O no. Todo dependerá del rumbo que quiera tomar su toreo. Tiene dos opciones, torear o no torear esa es la cuestión. Saltar al ruedo a jugarse los muslos o saltar al ruedo a ver pasar los toros por allí. A su primero lo recibió con la porta Gayola más limpia jamás vista. Exquisita. Después la capa de Barrio, o el edredón, se mueve a trallazos y con ¨negativa suavidad¨ que es la forma poética que tengo para describir que me da dentera. Después, ya con la muleta, si echaba la pata pa´lante el novillo se le iba por fuera y si metía la pata pa´dentro el novillo caía para adentro pero luego había que recomponerse claro. Diatriba. Oh, acaba cayendo en los abismos de la contemporaneidad y cede sus terrenos ejerciendo de pegapases y matando encimado o desde arriba. Con su segundo, tras librarse en el suelo de una voltereta cogida o tunda gracias al soberano quite de Miguel Martín, tomó la muleta y ante un novillo ya muerto estuvo fuera de cacho y descalzo. Es un novillero y tiene tiempo y mente para elegir entre los millones, la gloria o los dos.
 Rafael Cerro toreó para fuera al jabonero que era 'marmol de Carrara' A Rafael Cerro le ha pasado lo peor, le han traído mármol de Carrara para hacer una escultura y resulta que no es escultor. Su primera actuación se obvia pues el espacio no tiene sentido en los toros cuando un animal está muerto antes del último tercio. Pero con su segundo hay que pararse y cuadrarse porque tenemos delante a un Superdotado. Quien les escribe ha sido profesor de niños con coeficientes intelectuales elevados y sabe que hay que estar preparado y a la altura no porque sepan más que tú sino porque siempre quieren saber más y saben que tras una contestación se encuentra una pregunta y después de la pregunta otra contestación y luego pregunta y contestación pregunta y contestación. Así era nuestro Superdotado, exigía y exigía y quería exigir más pero no le han dejado. Pasa lo mismo con nuestro sistema educativo, al que despunta martillazo. Rafael Cerro le ha dado un martillazo a Superdotado que nunca olvidará. Rafael Cerro el novillero ha tenido frente a él un novillo de verdad, un toro de verdad. Y no lo ha toreado. Ante la atenta rabia del tendido un novillero ejercía de destoreador. Luego murió Superdotado. Espacios que pudieron ser y no fueron.
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