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He repetido el titular y lo haré las veces que haga falta por el bien de la fiesta... La degradación va por capítulos y así hay que contarla. Pánico le tengo a las tardes en las que aparece el cartel de no hay billetes: esas bullas, esa algarabía, ese ruido... Decía un buen amigo: si ves una taberna muy llena y la gente vocea mucho; es que el vino es malo, no pases. Esto me ha recordado hoy Las Ventas. El ganado –en este caso el vino- malo y el público ebrio de disfrute(?). Histrión fue el primero de la tarde, al que le faltaba de todo; era anovillado, escurrido, degollado, lavado de cara, una raspa que además sosea y flojea de salida en el capote de Castella que era su matador. Perdió las manos a la salida del segundo puyazo y embiste cansino tras la suerte de varas. Busca tablas en banderillas, y rebrincado, por la falta de fuerzas, cubre el tercio. En la muleta cabeceó de manera claudicante en varias tandas diestras. Tras un palmo de lengua aparecía Histrión que a estas alturas de faena había mermado su anatomía, era una cabra con cuernos, un verdadero fantoche. Entre protesta fue lidiado –no le cuento al arrastre-, y aunque tuvo fondo no pudo embestir con emoción por su falta de pujanza. El segundo respondía a Helénico, y que nada más salir hizo una demostración hípica al saltar las rayas sin caerse. Estaba bien armado. Era bajito y le faltaba el cuajo de toro hecho; además flojeó de salida. Tras inspeccionar todos los terrenos de la plaza se dejó pasar de capa y el resultado fue como el del anterior, salió sin fuerzas del encuentro con Manzanares. La suerte de varas fue un verdadero simulacro. Se pareó fácil los dos primeros pares, en el tercero se tapó echando la cara arriba. Pronto pierde las manos; no se entrega, calamochea y las embestidas surgen una a una sin continuidad. Le faltó casta y fortaleza, un toro sin estos dos condicionantes es un herbívoro más que no le parece en nada al rey de la fiesta.  Hasta caritas lucieron, sobre todo, los tres primeros En tercer lugar saltó Facilón –para facilón el quinto- perteneciente al hierro de Parladé –hierro que perteneciera a aquél famoso tratante de ganado, que estando sólo ocho años en sus manos, hay quien lo considera más que al fundador de la casta Vistahermosa-. Como los anteriores, sin presencia, era una mona con dos pitones ligeramente capachos y más chico que terciado. Flojea en los primeros trances de la lidia. Con dos entradas de sumos cuidados se cambia el tercio de varas. En la muleta de Talavante, fue fácil, sus arrancadas fueron nobles y esparcidas por el derecho y pronto se paró por el zurdo.
A estas alturas no había salido un toro con presencia para Madrid, y lo que es peor, todos evidenciaron una terrible falta de casta y fuerzas... Fácil era preguntarse: ¿Si en Madrid hacen esto, que no harán por otros lares las figuras?... Alerta fue el cuarto de la tarde, feo por mal encarado, de mala presencia y sin cuajo. Saltó corretón y abanto; embiste claro al capote y flojea. Tras el primer puyazo se apencó en tablas y después del segundo escarbó. En banderillas fue facilón y se pegó una voltereta nada más empezar el trasteo de muleta cuando Castella le pasaba por estatuarios –quede claro que no fue por humillar-. Hasta tres tandas –hoy era un record- buenas brindó por el derecho. Más templado lo hizo por el otro pitón antes de protestar y empezar a rajarse. Tuvo poco fondo, y sólo brindo varias tandas por el derecho. Manzanares lidió en quinto lugar a Jergoso –éste es el que debía haberse llamado Facilón- del hierro de Juan pedro Domecq como el anterior, era negro salpicado, sin trapío ni remate, anovillado y suelto de carnes. Es noble y flojea de salida. Se duerme en el primer puyazo, sale gazapón y le cuidan en el siguiente. Es flojísimo y fácil en banderillas, su casta y su fuerza estaba bajo mínimos. El doctor Manzanares le cuida en dos series por la derecha y consigue una buena por el lado izquierdo por el que Jergoso embistió más humillado. Fue un toro muy apagado en la muleta por su falta de casta y de fortaleza. Y llegamos al sexto, Brazalete de mote, más serio que sus hermanos, bien armado y poco gas de salida. No se pica, posiblemente sea el toro que menos se ha picado en la historia de esta plaza, y pese a este favor se mecía en banderillas. Empezó rebrincado por el izquierdo y huido en dirección a toriles. Se rajó descaradamente, y, en su querencia, se volvió franco y repetidor, brindándole a Talavante varias series de lo mejor que se había visto en la tarde. Quién me leyera días atrás la teoría de la lidia inversa, es decir: primero la faena de muleta, después las banderillas y al final la suerte de varas, pudo pensar que yo estaba majara. Creo que el tiempo me dará la razón. Brazalete ha sido un toro de lidia inversa... Así que al tiempo. |
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