Michelangelo Buonarotti afirmaba que las esculturas estaban en la piedra y el escultor debía limitarse a quitar lo que sobraba. Efectivamente quitar lo que sobra es cuestión de técnica, pero saber lo que sobra es lo que distingue al artista.

"Desencajonada", ilustración de Carlos Aguilar
La técnica no debe ser el fin del artista sino el medio para crear la belleza y para ello cada uno pone su capacidad. La capacidad de aguantar las descompuestas embestidas en los medios que tuvo Perera, la capacidad de extraer el fondo de bravura que tuvo El Cid.
No fueron faenas completas ni macizas. Perera porfió con un toro que no tenía lucimiento en los medios, con gran riesgo y magra esperanza, parecería que más por arrojo personal que por la improbable recompensa, salió con una cogida que fue dramática y pudo ser peor. El Cid fue tirando de su toro hasta encontrar esa veta de bravura donde pudo ensayar sus naturales, que remueven recuerdos de mayor enjundia y desmontan el mito de la técnica de la pierna retrasada.
Con su actitud cada uno utilizó la técnica al servicio del arte de torear, pues esta no es el fin último, sino el medio que permite expresar el valor o buscar la belleza.