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Con casi tres cuartos de entrada en la localidad madrileña, se han lidiados toros de Peñajara, bien presentados y armados, de buen juego y nobleza, pero que blandearon en exceso. Curro Díaz, oreja y gran ovación César Jiménez, silencio y oreja tras aviso Salvador Cortés, silencio y silencio tras aviso. En una tarde primaveral que añorábamos en otras épocas cuando la plaza no estaba cubierta, se ha celebrado esta primera corrida de la feria de La Candelaria y San Blas, con muy buen ambiente en los tendidos que rozaban sus tres cuartos. Los tres espadas eran debutantes en este ruedo serrano. Abría cartel el torero de Linares, Curro Díaz, quien en los primeros lances ya vino a indicar quién es y qué quiere en esta temporada: ocupar un puesto relevante, sino el más codiciado. Le sobran condiciones y ahora los empresarios apuestan por él. Valencia el próximo mes y Sevilla ya han dicho sí al importante proyecto que es Curro Díaz. A eso se le llama apostar sobre seguro, aunque hayan necesitado años para realizar la apuesta. Nunca es tarde. Si con el capote ha estado bien, embraguetado en sus dos toros, con la muleta ha subido el nivel, dibujando extraordinarios naturales, de pecho y trincherillas de cartel. Eso fue en el primero, donde realizó una faena a más, si bien equivocó el trasteo, ofreciendo primeramente tres series sobre la mano derecha, por la que el toro perdía las manos, sin que pudiera lucirlas plenamente. No así por el pitón izquierdo, donde la embestida, embebida en la muleta del linarense, ofrecía el toreo de calidad que lleva dentro. Mucho gusto en todo lo realizado y entrando a matar a ley agarró una gran estocada ligeramente desprendida. Si el toro no hubiera tardado en doblar el premio hubiera sido mayor. En el otro, mejor con el capote y las esperanzas en todo lo alto, pero empezó a flojear en exceso el astado y la faena no podía tener la misma consistencia. Aún así una serie con la derecha, con muletazos de trazo corto encandilaron al personal. Si la espada hubiera entrado a la primera, la gran ovación pudiera haber sido trofeo por como estaba el público con él. Lo que se ha visto es que el jienense y el público empiezan a ser "curristas", no se si esto les suena de algo. César Jiménez en esta su nueva etapa, alejado de Joselito, ha ofrecido dos estampas distintas. En el primero frío al extremo de aburrir y ser pitado por reiterar un trasteo sin color ni pasión alguna. En el quinto, el mejor del encierro, ha expresado mejor y se ha acoplado a la gran embestida, pastueña, repetidora y noble, del buen toro de Peñajara, dándole series de pases por ambos pitones, de las que han sobresalido dos larguísimos naturales. Mantiene una atención excesiva a sus maneras, a su interpretación, alejándose de las distintas condiciones de los bureles y eso le hace perder ante los aficionados. Debe soltarse, que no es lo mismo que aparentar relajación, y tendrá más ocasiones para que su toreo llene la escena. Como decimos, mejor con el mejor, pero desorientado en el otro que ha sido el segundo mejor de la tarde. El lote en sus manos, y sin aprovechar del todo. A Salvador Cortés le ha tocado el lote más flojo, más blando, con más dificultad para interesar con sus trasteos. Pero él tiene que poner más de su parte, es un torero frío y quebradizo y tiene que acostumbrarse a superar los problemas y las dificultades que se le presenten. Mejor, más entregado en el buen y flojo último, donde ha logrado un par de series muy arrebatado. Eso es lo que se espera de él: a poca emoción del toro, más entrega, a más flojedad una muleta más templada. Secretos y recursos conocidos, pero que hay que saber aplicar. Tarde entretenida en conjunto, con un buen encierro aunque flojo, y apuntes de los espadas, pero de diferente alcance y dimensión. |
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