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Tras varias temporadas alejada del coso de Las Ventas, regresaba esta tarde a la Monumental madrileña la mítica ganadería de María Luisa Domínguez y Pérez de Vargas, apenas único testimonio actual de puro encaste Pedrajas. Divisa muy del gusto de los aficionados, que se ha distinguido casi siempre por largas y espectaculares arrancadas al caballo y por la pujanza de sus ejemplares a los jacos. Claro que, en ocasiones, esto ha conllevado un cierto aplome en la muleta, lo cual desarrolla ciertas dificultades a los matadores en el último tercio de la lidia. La segunda premisa sí se ha cumplido en términos generales, pero la primera no se ha puesto de manifiesto en la tarde de hoy. El segundo festejo de la Miniferia de la Comunidad ha dejado buenas muestras del efecto contrario: novillos que se dejaban pegar en el tercio de varas pero ni se arrancaban desde la distancia en el caballo, ni metían la cara por debajo del peto, sino que sólo peleaban con un pitón, salvo una excepción, la del segundo de la tarde, de nombre 'Picador', que tuvo un comportamiento muy notable en varas y también después, en el último tercio. El astado de María Luisa Domínguez derribó espectacularmente al picador antes de que llegara éste a su jurisdicción bajo el 8 y luego, en la segunda vara se empleó con pujanza, un novillo que apuntaba maneras de encastado como así se demostró en el tercio de muleta, pero Caro Gil se vio desbordado por la casta y la entrega de la res. El jerezano nunca llegó a ver clara la condición del bravo ejemplar y perdió una excelente oportunidad de cortar la oreja/as de su noble oponente. Realizó una faena inconclusa que comenzó en los medios dándole distancia al enclasado novillo pero que nunca terminó de romper ni de entender. Una verdadera lástima, pues novillos como éste no saltan a la arena así como así, repitiendo en la embestida, desplazándose con nobleza y con entrega. No quedó ahí la cosa, pues el gaditano perdió la muleta en un desaire y salió huyendo de la cara de la res. Ya en el quinto dejó patentes aún más, su escasez de planteamientos, su falta de ideas y las múltiples dudas que asaltaban a su cabeza, al comprobar que el novillo desarrolló aspereza en la muleta y nunca supo qué hacer ante tal tesitura. Ismael López realizó lo más sobresaliente de la novillada al instrumentar varias series de gran relieve con la mano derecha, especialmente la tercera, muy templada, embraguetada y ceñida en la que destacó por encima de todo un larguísimo, extraordinario y despacioso pase de pecho de bella factura. Antes, había sido volteado aparatosamente sin consecuencias por su enemigo, momento a partir del cual el novillo se orientó sabiendo lo que se dejaba y el trasteo perdió el alto vuelo que había cobrado por este motivo. Después el madrileño aguantó con espeluznante frialdad un parón del de Pedrajas del que nuevamente casi resultó prendido. Finalmente no supo utilizar con acierto los aceros y perdió la posibilidad de saludar una ovación por su voluntariosa, artística y tesonera labor. En su primero alargó en exceso la faena ante un ejemplar soso y su trasteo resultó un tanto frío. El vizcaíno Iván Fandiño tuvo pocas opciones ante un primer novillo manso y flojo con el que manejó excesivamente mal la espada, al igual que sucedió en el cuarto, un astado nulo de fuerzas y con evidentes signos de debilidad que nunca debió ser mantenido en el ruedo. Ver ficha de festejo |
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