“Este torero es un lujo...” Así comenzaba a entonar la bulería la voz cantaora de Pepe, mientras Curro Díaz se dirigía, con la muleta recién montada, hacia los terrenos donde se encontraba el novillo de José Luis Marca. Aún no podía aventurarse una faena de lujo, a pesar de que el torero de Linares se había estirado muy bien para esculpir con la tela rosada los lances a la verónica con los que saludó, casi en los medios, a su antagonista (la media fue pura filigrana); sin embargo, desarmó a Curro cuando lo llevaba al caballo y, posteriormente, arrolló a un banderillero al cortarle descaradamente el viaje. Pero el cantaor apostaba por ello en su cante, y la guitarra de “El Cali” seguía sonando a compás en el IV Festival Taurino Flamenco a beneficio de Proyecto Hombre.

Curro había brindado momentos antes al juez Baltasar Garzón, representante en la plaza de la organización a cuyos fondos va destinada íntegra la recaudación del festejo, y, a partir de entonces, tuvo lugar el lujo incontestable de su tauromaquia:
Su muleta suave, atemperada. Su cite de frente. El redondo de mano tan baja. El desmayo al conducir la embestida con la figura erguida, impertérrita. El quiebro de cintura en unos pases de pecho que casi abrazan a la res. La ligazón sin solución de continuidad. La naturalidad para marcharse de la cara del toro escondiéndole el paño rojo... Hasta que el público, en pie, extasiado, prorrumpe sin cesar en ensordecedoras salvas de aplausos.

Después pincharía en hueso en los dos primeros encuentros antes de dejar media estocada arriba, aunque lo importante, la faena rotunda, ya había sido hecha.

El domingo de Ramos, este torero pisará el ruedo de Las Ventas; si torea a alguno de sus dos toros como toreó a este novillo de Marca, la Puerta Grande se le queda chica (valga el hiperbólico juego de palabras). Si afina bien con el acero, estaremos celebrando un triunfo relevante y contundente.

He mencionado antes al juez Garzón como cabeza visible de Proyecto Hombre; yo, taurinamente hablando, creo en el Proyecto Curro. No encuentro en el toreo actual otro matador en el que confluyan tantas cualidades en una misma persona: la magia y el valor, la pureza y el riesgo, la plasticidad y la firmeza, el arrebato y la lentitud.

En definitiva, como cantó Pepe en su bulería viendo torear a Curro en el ruedo de Linares: “Este torero es un lujo”.