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  JUAN JOSÉ PADILLA: Capitán mayor de los mares del toreo  
   Por Mary Carmen CH. Rivadeneyra - México
[ 19/12/2018 ]
 
     
 

Tarde emotiva la que se vivió el pasado domingo 16 de diciembre, en la séptima corrida de la temporada grande en la monumental de Insurgentes; con un cartel ecléctico formado por Juan José Padilla, Arturo Saldívar y Fermín Espinosa “Armillita IV”, lidiando ejemplares de la ganadería zacatecana de Boquilla del Carmen.

Algo informal que ha ocurrido ya en otra ocasión es, que suena el clarín y no aparecen los toreros en puerta de cuadrillas, hasta después de varios minutos. Enigmas de la plaza.

Con una despedida muy a la mexicana, llena de colores se expandió el confeti previo al paseíllo, que cálidamente fue de las primeras pinceladas de afecto por parte de la afición, para el diestro de Jerez.

Los anillos del redondel, por un momento, cambiaron la cal por los crisantemos blancos; en los tercios, una efigie que fue develada por la dinastía de los Armilla en homenaje al Matador Miguel, Espinosa “Armillita”, gran ser de luz y de luces, recordado por su brillante capote a la verónica y el arte de su infinitos naturales. Pasada la distinción por el maestro y el sentido recuerdo, el redondel quedó cubierto de inmaculados pétalos blancos.

Mientras los nombres de los toros para esta tarde especial, parecían ser un ensamble orquestal para contribuir en el adiós del maestro Juan José Padilla, quién vestido de verde olivo y oro, con todo un bordado en llamativos laureles, un símbolo que utilizaban los antiguos guerreros romanos, fue el terno que lució esta tarde de su despedida.

Enfrentó al primero de la tarde, “Flautista” con faroles de rodillas, un toro bien presentado, que le dieron un puyazo muy puesto, para dejarlo en suerte a los siguientes tercios. Brindó en los medios mirando al cielo. “Flautista” entonaba toques agudos en su lidia, mientras Juan José lo lidió recio con unos doblones por la cara; puesto que el toro parecía estar adherido a la arena,  empeñoso logró buenos muletazos y remates de pecho, muy tenaces.  El derrote vino al mismo pecho, y puso en angustia a toda la plaza. Después la estocada, los descabellos y el aviso del palco superior. En medio de todo se escucharon palmas.

En su segundo, “Guitarrista” un cárdeno nevado, acorde con la temporada, también fue recibido por un farol de rodillas y una verónicas con el sabor de Jerez de la Frontera. El tercio de varas fue severo, y por lo mismo abucheado dadas las condiciones del burel. Las banderillas, poco igualadas en su colocación llevaban los colores de España. El maestro Padilla, tomó la pañosa por timón, comenzó por derechazos bien toreados y rematados por el de pecho, acostumbrado siempre a navegar en mareas altas, sobrevivir a tormentas marinas, alcanzando triunfos de proa a popa, y cornadas que quitan el aliento. En medio de la faena hubo un momento en que las gaviotas de territorios costeros, se tornaron en melancólicas golondrinas, las luces del tendido en estrellas y las lágrimas de los taurinos fueron, fina brisa del mar.

Las banderas piratas ondeaban en el tendido.  El rostro del torero se veía lleno de geografías, marcadas por océanos profundos y playas de arenas taurinas. Juan José Padilla “El diestro pirata” con toda su trayectoria, más esta tarde de despedida, ahora guarda un cofre con tesoros y leyendas, para que los niños aprendan las historias del toreo, sentados a su vera.

La afición mexicana, rompió en olés y en exclamaciones de ¡torero, torero, torero! tras la oreja recibida. También se entonó el “Cielito Lindo” y fuertes aplausos del adiós, mientras el “Pirata” daba la vuelta al ruedo con los infantes acompañándolo, vestidos y caracterizados a la usanza “Padilla”. ¡Hasta siempre, capitán pirata del toreo!

Por su parte, el diestro aguascalentense, Arturo Saldívar, recibió el primero de su lote “Arpista”, que en armonía musical se encontraron en un lance a la verónica de altos vuelos.  La puya, fue un discreto trámite, vino después un luminoso remate, lleno de arte e impecabilidad como los cabos blancos de su terno. Las banderillas un sí y un no, enmendando el segundo par que después de todo fue de canela. Saldívar brindó también mirando al cielo.

Arturo, nombre de rey, diseñó poco a poco una faena cumbre, toreó por alto y por cambiados por la espalda, situado en los medios, siguió por derechazos de gran calidad que arrebataron, del mismo modo por naturales y un soberbio trincherazo que retumbó en la entraña de la plaza. Vinieron las dosantinas, y otra serie de muletazos que tenían la plaza en éxtasis. Algo en armonía sucedió de manera imprevista, en cuanto la luz artificial se prendió en la plaza, el estoque brilló al unísono dejando una entera que coronó la obra del enorme torero mexicano que forma parte de la baraja más artística que tiene México.

El matador se llevó solamente una oreja, que el público reclamaba en agitación de pañuelos colectivos, esperando ver dos palomas que salieran del palco de la autoridad.

En su segundo “Jaranero”, de la divisa rosa y negra, lo toreó a la verónica, muy templado, motivando los olés. Brindó la muerte a uno de sus alternantes,  Juan José Padilla, comenzó a torear por derechazos, rematados por el de pecho, la izquierda fue mejor aún, lo fue bordando con un muletazo y otro más, ligando sin deshilvanar las suertes; un molinete hizo que de la arena saliera luz, y de nuevo las dosantinas, que había ejecutado desde su primer toro, terminó la serie con un relevé dancístico. Cambió el ayudado para colocar y colocarse en medio de los anillos de Saturno en los tercios de la plaza, Dejó una media y después echó mano del verduguillo.

El primero toro de Fermín Espinosa “Armillita IV” de nombre “Violinista” lo bregó bien de capote, las banderillas se cubrieron sin fulgores de más, mientras la tarde, iba cerrando los ojos poco a poco. El torero de azul marino y oro, intentó por ambos pitones entender al de Boquilla del Carmen, después de ir en busca de lograr alguna tanda efectiva, decidió abreviar.

El sexto que cerró plaza, “Pianista”, se despitorró solito y solito se dio puerta; en el proceso del cambio de toro, la tarde se armonizaba con la banda monumental de la México entonando “España Cañí”. Salió el toro  de nombre “Pirata”, con hierro de Xajay, hermoso ejemplar, cárdeno oscuro, lucero y bragado, al que de la misma manera cumplió sus tercios. Brindó a toda a asistencia, la montera cara abajo, Fermín iba a él con cautela, logró algunos muletazos, mientras un aficionado irrespetuoso, de los que acostumbran dar indicaciones desde el tendido, decía: “no bailes, quédate quieto”. Seguro vendrán otras tardes para el joven diestro, quien tiene dinastía de abolengo.

¡Hasta siempre al Matador Juan José Padilla!

“Ciclón de Jerez”, “Pirata de Olivenza”

¡Capitán mayor de los mares del toreo!

 
     
   
 
   
     
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