Circula por los medios, una opinión de Salvador Boix en la que cataloga de “ruina” la manera o maneras como se torea en la actualidad.
Dice Don Salvador, que solo lo hacen de puntitas, componiendo la figura.
Lleva razón en muchos casos. Más no en todos.
Me atrevería a decir, que hoy se torea mejor que nunca. Sin ser tan categórico como en su momento lo fue Luis Miguel Dominguín en un conversatorio en Casa de Vacas cuando dijo que los toreros de antes solo daban mantazos; estoy seguro, que a donde se ha llegado en las últimas dos décadas con el toreo espectáculo, es cuando menos interesante.
El torero perfecto, igual que la mujer perfecta no lo habrá jamás. Ordoñez, Camino, Joselito el de Madrid, Ponce, José Tomás y Morante, faltando otros nombres, han sido toreros muy completos y vamos a ver cuánta tinta se ha gastado dándoles físico garrote.
Creemos desde esta columna sí, que lo que está faltando en los ruedos, es un toro que transmita más emoción. Emoción que no suponemos tan difícil de conseguir en la actual cabaña brava española con un poco de buena voluntad.
La bravura está; seguimos viendo en cada temporada toros importantes. Pero así mismo, sale mucho ese toro que no puede con su alma, que no llega al último tercio, o que pasa sin que se entere el graderío.
Hay errores de los ganaderos en la alimentación, se selecciona en el tentadero pensando en la toreabilidad y por supuesto, debe haber la exigencia de las figuras, de un toro que incomode lo menos.
Pero tampoco las cosas son o están como lo dice Don Salvador Boix.