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Hace tiempo, por una de esas casualidades de la vida, tuve la fortuna de poder colaborar en Opinionytoros, de expresar mi forma de ver esto de los Toros y hasta de mostrar mis dibujos. El premio era de los gordos, pero escaso para lo que allí encontraría tiempo después, aficionados, con sus gustos y preferencias, un ambiente de libertad, eso que se dice tú escribe lo que quieras, de acuerdo con tu parecer, tu conciencia y el respeto debido a todo el mundo. Aunque en este momento quiero dedicar mis pensamientos a dos amigos que me encontré un día en que compartíamos una paella, mientras hablábamos de toros, Pepe Luis Bautista y Manolo Troya. Hijos de Linares, protegidos de la Virgen de Linarejos y súbditos del Toreo puro y del Toro íntegro. Tan sabios que no dudan en mostrar sus dudas y preguntar para cerrar sus interrogantes, que son muchas, no por ignorancia, sino por esa inquietud del aficionado insaciable.
Aquel día recuerdo como hablaba yo con Manolo Troya en un aparte, de los toreros que nos enamoraron, de las formas de cada uno de hacer el Toreo y de aquellos toros a los que había que poder inevitablemente. En esto se nos acercó Pepe Luis Bautista interesado por la conversación que íbamos tejiendo. A partir de ahí ya no hemos parado. Nuevas paellas, nuevos encuentros y conversaciones en las que unos convencemos a los demás de que no estamos tan locos, que las cosas que recordamos pasaron de verdad. Me llevaron a su tierra para hablar de Toros y en 24 horas compendiaron todas las emociones posibles que uno pueda imaginar en torno al toro. Desde pisar la arena en la que cayó Manolete, un continuado paseo por la historia de la Tauromaquia por las calles del pueblo visitando los santuarios que Dios quiso poner allí, encuentros con amigos que se desplazaron desde Huelva, Sevilla, Úbeda, charla con aficionados de fuste que no te regalaban nada al hablar de su pasión, aunque te daban el corazón si fuera necesario. Un regalo que recibí a manos llenas, en un momento en el que uno no pasaba por sus mejores días, con algunos desconchones en la salud, pero que salió de allí con energía para comerme el mundo y a todos los tramposos de la Fiesta.
O aquella tarde de octubre, a las puertas de la plaza, cuando Bautista me comentaba que esperaba que aquella tarde empezara con fuerza, para así marcar un ritmo alto desde el inicio. No digo más que fue la tarde de Juan Mora, en la que con dos faenas de menos de veinte pases puso Madrid patas arriba. Y además el buen toreo de Curro Díaz y Morenito de Aranda. Menudo bombazo, que brujo el de Linares. Muchas conversaciones telefónicas en las que nos confesábamos de nuestros pecados taurinos, el no entender esto que nos está pasando, esos medios toros, ese toreo mentiroso y esos que aclaman toda esta filfa, vaya usted a saber por qué.
Pero hay momentos en los que todo esto pasa a un segundo plano, en los que uno no pretende hablar de esta pasión que hace que nos corra la sangre por las venas, aunque las referencias son siempre inevitables, pero lo que uno busca es escuchar la voz del amigo y saber cómo está, si esos malos momentos van quedando atrás y si el espíritu de estos toreros va venciendo a todos los males, doblones por bajo a esos achaques que pegan derrotes queriendo partirte la taleguilla, muletazos con la mano baja, mandones y poderosos, esperando que el bicho se entregue y acabe pidiendo la estocada en todo lo alto, para dar paso a la felicidad. Espero que pronto mis amigos, que como tales les tengo en mi galería de ilustres, salgan a hombros de los suyos y victoriosos vuelvan a no entender el por qué de tantas barbaridades que se jalean y el motivo por el que tantos maestros huyen del toro. Aunque no dejaré de guardarles un rencor casi enfermizo, cuando les veo en el campo moviendo las telas y pienso, ¡serán cab...! Yo quiero torear así, yo quiero sentir así, pero me es imposible. Será porque no estoy amparado bajo el manto de la Virgen de los Linarejos. Troya, Bautista; Bautista, Troya, va por ustedes, con toda la envidia que se puedan imaginar por ese don que Dios les dio; será por eso que sois “Mis toreros de Linares”.
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