|
Cuando nos referimos al mundo del toro bravo, muchos aficionados consideran que se tocarán aspectos relativos a los novilleros, matadores de toros, rejoneadores y subalternos pero, la gran mayoría se olvidan que existen muchas personas que, sin dejar de ser aficionados, son en realidad algo más, ya que, se trata de los aficionados prácticos. Sí, esa es una realidad, guste o no a muchas personas que, posiblemente, creen que ellos saben todo lo que hay que saber de la fiesta brava y, que no puede existir un grupo de aficionados, que también practiquen esta tan difícil profesión pero, solo para ellos.
Cuando yo era un niño de cinco años y, ya comenzaba en mi interior a nacer esa gran afición al mundo del toro bravo, apareció mi padre, un destacado militar ecuatoriano y, me dijo que él quería que me dedicara a saltar a caballo. Es otras palabras, que me dedicara a los deportes ecuestres pues, en su calidad de oficial del Ejército Ecuatoriano, podía conseguirme que me enseñaran en un batallón de caballería. Y, así lo hizo, tanto así, que durante varios años el amor al caballo me deslumbraba y, no quedé mal pues, hasta hoy tengo premios conseguidos en ese maravilloso deporte pero, siempre me decían mis instructores que “jinete que no ha pisado el suelo, no era un jinete de verdad”. Sin embargo, como mi afición por la fiesta brava continuaba, en forma paralela, también me decían varios toreros compatriotas que, para ser un aficionado de “huaso colorado”, debía ponerme –por lo menos- frente a una pequeña vaquilla o, que en caso contrario, mejor me dedique a otra cosa.
Por lo tanto, aunque el miedo es natural en el ser humano, gracias a que tuve un compañero en la escuela y el colegio, cuyo padre era ganadero de reses bravas, en un paseo del curso, pude conseguir darle unos cuantos muletazos a una vaquilla que tenía mucha acuciosidad. Me agradó mucho y, durante mi larga vida, han sido varias las oportunidades de ponerme frente a una pequeña vaquilla pero, nada más que eso, ya que, una cosa es la afición y, otra muy diferente, es la práctica. En cambio, algunos buenos amigos míos que, incluso alguna vez quisieron hacerse toreros, continuaron con su vocación un poco más allá y, he tenido la oportunidad de mirarlos realizar un toreo exquisito, como si fueran verdaderos matadores de toros. Pero no, son -simplemente- aficionados prácticos. La mayoría de ellos, al igual que yo, ingresamos a la universidad y, pese a sus títulos de abogados, médicos, ingenieros, etc., dejan en los pequeños ruedos de tientas, toda su gran afición y calidad taurina.
¿Por qué he tratado ese tema?, muy simple, porque estamos a semanas (13 de septiembre y durante cuatro sábados), para que se inicie la “Feria de los Aficionados Prácticos” que, en esa época desarrollan su actividad, en una localidad cercana a la ciudad de Latacunga, teniendo cada día tres festejos, con la participación de un elevado grupo de aficionados prácticos ecuatorianos, incluyendo -por lo que conozco- a aficionados prácticos peruanos que, en estos meses, visitan mi querido y hermoso país. Lamentablemente, quienes organizan estas actividades taurinas, consideran a estos festejos de carácter privado y, quien no tiene una invitación -como es mi caso-, no podemos asistir.
Sin embargo, como mi misión en OyT es informar, utilizo este espacio de comentarios. Lo importante es que el aficionado esté siempre bien informado, porque eso hace que nuestra tan querida afición al mundo del toro bravo, no desaparezca. Si llegamos a conocer algo más de los festejos durante su realización, estén seguros que toda la información la trasladaremos a ustedes pero, eso sí, siempre que se trate de cubrir los festejos taurinos a la usanza española. Es decir, cuando se tome en cuenta que, cada faena tiene que cumplirse en tres tercios y no menos. O sea, tercio de varas, tercio de banderillas y, tercio de muerte.
|
|