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Hay un tema que me preocupa mucho, relacionado con nosotros, los aficionados taurinos, que últimamente se está acentuando demasiado. Es precisamente, este tema, el que me ha llevado a escribir nuevamente en mi querida Tribuna de OyT, tras unos meses apartado (que no alejado) por motivos de trabajo.
El tema del que os hablo es la tremenda división, llevada en muchos casos hasta el extremo, que se está generando entre los aficionados taurinos. De siempre, y esto no es nuevo, ha habido gente que acudía a la plaza por ver a un determinado torero, con más o menos nombre, porque se consideraba seguidor/a suyo. O simplemente porque le gustaba cómo toreaba. O cómo andaba frente al toro. O sencillamente su concepto. Y de la misma manera, de siempre y sin ser tampoco nuevo, ha habido gente que ha acudido a la plaza por ver un determinado tipo de toro. Por su manera de embestir. Por su bravura en el caballo. O sencillamente por su trapío.
Hasta aquí todo normal. Como es lógico pueden y deben haber diferencias entre los aficionados, entre los que comúnmente conocemos como toristas y toreristas (clasificación, por cierto, que nunca me ha gustado). Pero lo que ya no veo tan normal, es la crispación y malas maneras que estoy observando, en los últimos tiempos, entre ambos grupos, sobre todo en algunas redes sociales como Twitter. Y ya no son 3 ó 4 los que discuten, cada vez se suman más y más aficionados, extremistas en muchos casos, a estas habituales “peleas” dialécticas.
El problema es que llega un punto en el que algunos, por ejemplo cuando se publica una determinada noticia, se afanan rápidamente en criticarla por pertenecer al otro “bando”, en vez de analizarla o simplemente disfrutarla. Y este hecho se vuelve mucho más límite cuando se produce tras una corrida de toros o novillada y se pasa a criticar, vapulear, o por el contrario elevar a los altares, a una determinada ganadería por su juego y/ presentación ofrecidos o a un determinado torero por su actuación más o menos afortunada.
Muchas veces estas críticas tienen su razón de ser, su justificación, pero en muchas otras ocasiones son ataques gratuitos, con mala fe, por tratarse de un determinado hierro o torero. Y repito, esto ocurre en ambos “bandos”. Hasta tal punto han llegado estas discusiones, ya a diario y por cualquier noticia, que se ha generado un ambiente de crispación en el que lo único que importa es atacar y tirarse los trastos unos a otros. Y aburre. Y duele. Y sobre todo, no lleva a ningún sitio.
A donde quiero llegar, es que con la situación actual que vivimos, con la Fiesta en claras horas bajas por culpa un poco de todos y cómo no de un sistema podrido (este sería otro buen tema para debatir), los aficionados nos estamos distanciando muchísimo unos de otros, nos estamos polarizando hacia dos extremos que en nada nos beneficia. Es tiempo de estar unidos, de respetarnos mutuamente, de hacer fuerza conjunta y por un interés común que es nuestra Fiesta. Y por supuesto que seguirán habiendo diferencias, distintas sensibilidades (de hecho es que así debe ser), pero todos ganaríamos si nos dedicásemos a disfrutar de una tarde de toros, con una mente abierta y una visión positiva, y no ir predispuestos a sacar conclusiones antes de empezar. Porque para eso, y puesto que nadie nos obliga a ir a la plaza, mejor se queda uno en casa.
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