Órdago del repóker de figuras. ¿Farol? De momento van consiguiendo que la tibieza vaya asomando ya en los humos de Eduardo Canorea. Tanto habló y largó, que lo que estos años sólo eran rumores y malestares económicos de callejón para adentro al final acaben siendo cuestiones de dignidad y respeto al gremio. Y a voz en grito. Tanto habló que se lo puso “a huevo” a sus contrincantes para cogerle por ahí mismo. Hasta aquí habíamos llegado. Pero eso sí, la pandilla de colegas había menguado.
De cinco en cinco van las figuras. Antes eran diez. Qué opinarán Ponce, Castella, Cid y demás que se han visto fuera del “Sanedrín”. Habrá que preguntarles.
Y en estas, vuelven a confiar muchos en el milagro José Tomás.
Hace tiempo Julián López no se mordía la lengua para elogiar y admirar la libertad de José Tomás. Torero que va por libre en todo lo que hace en la vida y, por supuesto, también en el toro. Eso es realmente ser una figura de algo. Matador que además, “pasaba” bastante del compadreo entre toreros y mucho más de la empresa de Sevilla. Quizá el verbo pasar sea demasiado leve en este caso.
Gerentes y empresarios que, por otra parte, también se acordaron de él en la polémica rueda de prensa que prendió la primera mecha.
José Tomás, torero capaz de llenar todas las plazas que quiera. Por duplicado o triplicado, no como los amiguetes. Con o sin televisión, con estos toros o aquellas cabras, con el primer espada o el último sobresaliente; puede que sea el torero a quien muchos miran para salvar un abono que promete ruina desde que se anuncie. Canguelo de Canorea y compañía. En la que nos hemos metido solitos, dirán.
Pero yo no me haría ilusiones, si José Tomás escuchase y aceptase el tonelaje billeteril que, se supone, podrían ofrecerle, esta vez estaríamos ante la mayor de las decepciones, que suelen ser las de índole moral. Porque lo que las cinco figuras de ahora enarbolan, se vuelve a suponer, es ante todo la bandera de la dignidad y el respeto que muchos años antes levantara en solitario, y ahí sigue, el propio matador de Galapagar. Un grito que se hacía eco del comportamiento que estos (y casi todos) los empresarios tienen para con la profesión de torero, tradicionalmente leonino y más en estos tiempos de túneles y oscuridades. Estaría vendiendo impunemente su filosofía de vida y dejaría con el culo totalmente al aire a sus compañeros. Y de paso en ridículo al que le echó en cara días antes “la cantinela de la taquilla”, porque Eduardo y Ramón tendrían que pasar por el aro. Eso no va a suceder. José Tomás seguirá “pasando” hasta que aumente, están en ello, la tibieza. Pero queda mucho y tendremos que esperar sentados, si es que vuelve realmente algún día por la Maestranza. Lo que pueda ceder la empresa Pagés con los cinco colegas no es nada comparado con lo que tendrá que hacer con el amigo Tomás.
Lo que va a ocurrir si Ramón Valencia y Canorea no se largan al compás de cinco o si no siguen bajándose a buen ritmo del burro, es que la feria llenará media plaza (y gracias) de aficionados absolutamente entregados a la causa, los toreros cobrarán lo justito (y gracias de nuevo) y comprobaremos la fuerza real que tiene un espectáculo que amenaza ruina total. Se verá si el torismo tiene material en la dehesa, si los que aprietan por detrás tienen fuerza y torería suficiente, si hay afición y si, en definitiva, hay futuro. Sería la mejor de las oportunidades para comprobarlo. Cuanto antes lo sepa la gente mejor, para aprender y dar a cada uno su valor correcto en lo sucesivo. Sería maravilloso tener esto claro, ¿no?
Ahora, desde luego y de momento no habrá gintonics, claveles, prensa rosa, duquesas ni eco… eso seguro. Ingredientes que Sevilla necesita como agua de abril y mayo, nos guste o no. Es esencial en la primavera de feria. Agua que empezó bajando revuelta y calentita, pero que la tibieza al final va a dejar en un aguachirri con sabor a garrafa, a todo igual. Y mal que no mejora…
La conclusión es que en el toreo global, no sólo en las portátiles, puede que en un futuro pase como en el flamenco, por compararlo con algo artístico netamente nuestro: todos a taquilla. Y a ver quién aguanta el chaparrón. Lo fácil que lo tendríamos para aclararnos… no harían falta ni empresarios, ni ruedas de prensa, ni debates sobre cachés, ni mangantes… quedarían los capaces de vivir de su oficio. Como en todo lo demás ¿no?