Esta frase me hizo pensar que el arte está -o puede estar reñido- con la perfección, con la lógica y que hay que tener ese valor del que habló Miguel Ángel y arrojarlo por el desfiladero para conseguir la parte esencial de él. El genial artista italiano utiliza la metáfora para hacernos saber que, para alcanzar las cotas máximas hay que correr el riesgo de que la obra no valga absolutamente nada.

Entendí que esto le afecta a todas las manifestaciones artísticas; queda claro con el ejemplo a la escultura; también a la pintura, si no se es capaz de desterrar la técnica por momentos y conseguir el trazo noble, no se emociona; a la escritura, donde, además de una correcta ortografía, debemos despojarnos de intereses, desnudarnos y plasmar sobre el folio todo lo que sentimos sin sentir ningún tipo de miedo o rubor de no ser entendidos, estoproduce un temor que nos atenaza... Y cómo no, a la Tauromaquia.

La Tauromaquia esta sujeta a las mismas reglas que cualquier manifestación artística. En ella, el individuo manifiesta sus sentimientos y, por tanto, afloran todos y cada uno de ellos: el temor, el valor, la tristeza, el ánimo... un largo etc.

No son tantos los toreros que han disfrutado de la capacidad de romper el arte para conseguir el Arte... Sí, el arte con mayúsculas.

Haciendo repaso a mi historia de aficionado, me encuentro con el que yo considero el rey: Rafael de Paula; él tuvo siempre la capacidad a flor de piel de expresar lo que sintió, unas veces para fracasar y otras para alcanzar el más grande de los triunfos. Él sí supo arrojar la escultura con la delicadeza oportuna para que sus defectos se convirtieran en fabulosas crestas en su obra.

En la actualidad hay pocos matadores de toros que tengan la valentía ni tan siquiera de rozar ese precipicio metafórico. Morante es un torero con esta cualidad, pero que su abuso a la hora de arrojar la obra deliberadamente hace que en muchas ocasiones le surja excesivamente deteriorada, rota o destruida. Juega en exceso con el barroco y se olvida del torero clásico. Otro de los dotados es Curro Díaz, el torero linarense también goza de esta capacidad, capacidad a veces limitada por perseguir en exceso la perfección, su expresión apolínea le limita, aunque ese afán por conseguir la obra perfecta se lo destruyen sus genes y es cuando alcanza notas de gran magnitud. En mi recuerdo está la faena en Las Ventas a un toro de Gavira. Julio Aparicio también alcanzó esa libertad de los grandes genios; sólo tenemos que recordar la faena al toro de Alcurrucén en Las Ventas. Aparicio gozó del desmayo caló, capaz de deteriorar la pureza para sobredimensionar el arte. Y uno que estuvo nominado a serlo es Javier Conde, y digo estuvo porque le falta el valor de volver a su infancia torera, dejar aparcada la técnica, disfrutar el trazo y desechar parte de la fantasía con la que perjudica su faena. Para no alargarnos en exceso, creo que con estos cinco ejemplos es suficiente, pero podríamos seguir con: Juan Mora, Luguillano, Amador y es justo acordarse de algunos de los olvidados: Hugo de Patrocinio o Andrés Revuelta... No he obviado las figuras actuales; no encajan. Además, hablar siempre de los mismos resulta angustioso.

Esto no significa que aquél que no tenga esta capacidad creativa no se pueda valorar como un gran torero. El ejemplo más claro que encuentro es Santiago Martín “El Viti”. El Viti no fue nunca capaz de arrojar su faena, de tomarse riesgos cerca del filo, él fue un ortodoxo de los cánones y un modelo a seguir en cuanto a la expresión pura. Pese a poseer estos valores, a mí nunca me emocionó con su expresión artística, pero sí tuve hacia él la admiración de considerarle uno de los toreros más grandes que yo haya conocido.

Benditos sean aquellos toreros que viven la pureza y los que tienen la capacidad de arañarla sin deteriorarla. Hoy, lamentablemente, el uso excesivo del oficio y la incapacidad de tomar riesgos han convertido el toreo en un arte sin alma. Ahora que estamos en el prólogo de esta temporada, víspera del dos mil catorce, mi deseo y el de todos los aficionados, es que se procure dar cancha a estos toreros y paso a los que apunten estas maneras para que el epílogo no sea desfavorable y desilusionador.