La recién terminada Feria de Pascua en la población francesa de Arles se ha convertido en un ejemplo a seguir. La oportuna presencia de las cámaras de Canal+ ha permitido a muchos vivir de cerca y en directo cómo se vive y se considera la fiesta brava en Francia.

Pero es que además cuanto allí ha sucedido ha traspasado los estereotipos de la fiesta decadente y limitada que se vive habitualmente en España y ha proyectado la sombra sobre las limitaciones, cuando no perversidades, de la organización taurina española. Y no es que sean los Sres. Jalabert y Lartigue unos iluminados, pero sí saben ofrecer la fiesta sin fisuras, sin esas grietas a las que nos tienen, desgraciadamente, acostumbrados otros muchos empresarios.

La consecuencia ha sido una feria sin bailes de corrales, con la justa presentación de los toros, la emoción que propician las distintas características y encastes de los toros de lidia, la actitud de los toreros, también sin fisuras y, por encima de todo, la actitud de un público exigente -le dan lo que quiere ver- y por ende respetuoso con cuanto sucede. El respeto no les viene por tragar o consentir lo que les pongan, sino por asentir al saber que no han sido traicionados previamente con los toros y la organización. Después los toreros hacen el resto para gozar de su aprobación y confianza.

De la lidia total, algo más que una muleta, se llega a la plenitud y así es posible disfrutar de todos los tercios por igual. Los toreros son conscientes de esa necesidad y aportan también para que todo sea como debe ser. Tan es así, que quienes retransmiten el festejo, Molés y Muñoz, se han visto obligados a señalar debidamente las diferencias y matices para dar a los festejos retransmitidos el carácter de auténticos. Lo que no sabemos es si seguirán igual cuando vuelvan a la península.

En el orden de esas diferencias y matices es conveniente señalar que se han anunciado 24 toros en la feria y solo dos, menos del 10%, pertenecían al mono-encaste. Se han anunciado 10 matadores de toros y ninguno pertenecía al famoso G10 del pasado año. Curiosa esta aparición del número 10, que bien pudiera ser la calificación final de la programación hecha por la empresa.

Cuanto digo no es baladí, pues lo uno es consecuencia de lo otro. No hay mono-encaste al no estar quienes lo exigen, los del G10, y al no estar éstos, otra consecuencia, la lidia aparece en plenitud. No es posible el tercio de varas, que tanto ha lucido en la feria, si el toro es ad hoc para las figuras y no siendo así la fiesta brava, y el comportamiento de la casta y grandeza del toro, queda amputado en un porcentaje elevadísimo.

Esclavizar, someter, la fiesta al tercio de muleta es el principio del fin. Prueben a quitar dos tercios de su fortuna a cualquiera, por elevada que sea, y podrán ver las consecuencias de su ruina. No podemos quejarnos de que Hacienda pueda quitarnos en impuestos hasta casi el 50% cuando a la fiesta se la viene quitando el 65% de forma sistemática y sin quejas aparentes. Al menos en Arles se ofreció el 100%. 10x10, lo que significa la excelencia.

Solo hubo uno que no se prestó a favorecer la feria, el tiempo. Él fue el culpable, con su pertinaz lluvia e incesante frío, de que todo lo que allí sucedió no alcanzara definitivamente la gloria, las nubes impidieron llegar al cielo.

Felicidades a los empresarios aficionados, que saben que hay que ofrecer y lo hacen. Felicidades a los franceses por saber, y exigir, qué es lo que hay que ver y felicidades también a Canal+ por transmitir los festejos, abriendo los ojos ellos y haciendo que los abran muchos más.