El pasado 3 de abril tuvimos el privilegio de acompañar al prestigiado médico Edmundo Espinosa, veterinario de la Ganadería de Piedras Negras, al campo bravo tlaxcalteca, específicamente a las ganaderías de García Méndez, Darío González y Piedras Negras para conocer la labor que se realiza para el cuidado del Toro de Lidia.
La cita fue en la exhacienda de San Mateo Huitzolotepec, aún sede la centenaria Piedras Negras. De ahí nos trasladamos a la ganadería de Darío González, ubicada también en el municipio de Tetla, donde fuimos recibidos por el caporal David Rodríguez. Primero nos llevó a los potreros, donde tuvimos la exclusiva de conocer el encierro que se lidió en San Cristóbal de las Casas, Chiapas el 15 de abril por los matadores Rafael Ortega, Pedro Gutiérrez "El Capea y Alejandro Martínez Vértiz. Después de admirar a esas bellas flores negras y castañas en su hábitat, fuimos a una especie de troje donde don David Rodríguez nos dio una explicación de la forma de alimentación del ganado en esa dehesa, la cual está basada en cebada, avena, zacate, paja seca, cítricos secos, recilla (cáscara de cebada); todo eso producido en la misma ganadería y complementado con minerales como son fósforo, calcio, zinc, sodio, magnesio, potasio entre otros. Así, con base en grano y minerales se constituye una dieta bien balanceada para el ganado de lidia. Después de la explicación sobre la alimentación nos fuimos a uno de los embarcaderos donde se hallaba un toro enfermo. Pudimos entonces ver lo complicado que es embarcar a un astado, actividad que los caporales dominan y para lo que tienen una habilidad impresionante, pues a pesar de ser corta la distancia a veces el toro no coopera tan fácilmente. Una vez en el cajón el médico Espinosa se dispuso a revisarlo y a vacunarlo para después poder ser regresado al campo con sus vacas, pues se trataba nada más y nada menos que de un hermoso semental de la ganadería de Darío González.
Nuestra siguiente parada fue en la ganadería propiedad de Don Hugo García Méndez, cuya extensión ocupa hectáreas en los municipios de Tetla y Santa Anita. Ahí, el veterinario debía hacer la palpación y la valoración de 10 vacas para ver cuáles de ellas eran candidatas a inseminación artificial, pues como se sabe el manejo genético de esta especie es fundamental e indispensable. Al llegar las vacas ya se encontraban en el embarcadero donde serían separadas para ser evaluadas una a una. Al ir realizando la palpación el médico se encontró con la sorpresa de que cuatro ya estaban cargadas con aproximadamente con entre 4 y 6 meses de gestación. De las restantes, dos fueron rechazadas y cuatro fueron consideradas aptas, a estas se les colocó un dispositivo hormonal con el que se les controlará la ovulación que les retirarían en una semana y a la siguiente se realice la inseminación, de esta forma si todo tiene el éxito esperado en nueve meses que dura la gestación, llegarán las crías.
Para cerrar el día de campo bravo volvimos a Piedras Negras donde los caporales ya tenían lista la camioneta con la comida que había que ir a repartir a los potreros. Esta constaba de pacas de paja y alimento preparado para complementar. Así fue como recorrimos 16 potreros en donde pudimos ver vacas, novillos, becerros, toros, pero no sólo esta familia de vacunos, sino toda la flora y la fauna como codornices, ardillas, garzas que constituye el equilibrio ecológico de una ganadería de bravo. Además, al preguntar sobre esto a los caporales nos decían que también hay conejos, perros, gatos monteses, águilas, víboras y un sin fin de especies que conviven con el ganado bravo que ahí habita.
Volviendo al toro bravo, durante el recorrido pudimos apreciar la diversidad de pintas que tiene esta ganadería, que aún cuando en su mayoría son cárdenos y negros, también encontramos castaños, salineros y sardos, así como algún berrendo. La experiencia y las lecciones no terminaron ahí pues también tuvimos la oportunidad de que el médico nos explicara y mostrara la evaluación y tratamiento de los toros que sabe están lastimados, como fue el caso de un toro que se recupera de varias heridas superficiales (rayones) que le impidieron ser lidiado, pues este ya se encontraba puesto en un encierro. Observamos de cerca la cornada en el brazuelo (axila) que sufrió un cabestro que en cumplimiento de su deber y de la que se recupera lentamente pues afortunadamente fue limpia.
Así fue como terminó el recorrido en el campo bravo bajo la guía del doctor Edmundo Espinosa a quien agradecemos la invitación para aprender y dar a conocer como se trabaja en el Campo Bravo Mexicano y lo que se está haciendo por la conservación y mejora del Toro de Lidia.
Agradecemos la colaboración especial para este reportaje de Mariana García.