A pesar de todo, a pesar de tanto separatismo y tanto gay, a mí me siguen gustando España y las mujeres. Y no pienso pedir disculpas por ello. Amaré a España, ensalzaré a las mujeres y seguiré del mismo modo a pesar de todo... Es más, casi podría decir que a quien no le guste mi afirmación y posicionamiento, a pesar de todo el respeto que tengo por los demás, les pueden dar... las uvas esperando que varíe mi pensamiento.
Uno no va a esconderse por confesar lo que piensa y lo que siente. Del mismo modo que otros no paran de decir, a boca llena, en todas partes, -por cierto, con más medios y difusión a su servicio- lo que son y lo que piensan, hora es de empezar los demás a decirlo.
Nací en España y en ella sigo y aún cuando se quedara sólo en un pequeño rincón, esa sería mi España. Desgajarla atribuyéndose no se sabe bien cuales historias, amañadas y manipuladas todas ellas, por el corto deseo de ser algo aunque sea en la nada, será legítimo pero no autoriza a romper los moldes de lo que ha hecho de España una nación con crédito en el mundo. Trocearla para satisfacer vanidades de unos cuantos con sueños, que en muchos casos son prestados, pues llegaron a esas tierras desde otras del territorio unido de España, resulta paradójico y, en muchos casos, cómico por imposible.
Allá ellos con sus sueños, pero despertemos los demás de nuestro letargo. Somos españoles y heterosexuales, o lo que es igual, entendemos la unidad en la que vimos la luz y asumimos la familia como el ente en el que aparecimos y del que sin él es imposible salir. Ni uno sólo de los gay nació solo; necesitó un padre y una madre y ¿a ello hoy le hacen ascos? . No hubo ningún milagro para parirlos y el único milagro fue la vida que le dieron su padre y su madre. Ahora serán lo que quieran, y les está permitido, pero no pueden renunciar a las raíces y la esencia de su existencia: un hombre y una mujer. ¿Es tan difícil entenderlo?.
La inmensa mayoría, que se sepa, son heterosexuales y por tanto proclives a la procreación. Y aunque se pueda querer compartir vida, juegos y hacienda con quien uno quiera, el milagro de la vida estará vedado y solo será posible de la unión más antigua de la humanidad: un hombre y una mujer. A partir de ahí, todo es posible y puede serlo desde la diferenciación. No vale el argumento de que todas las sociedades entre individuos tiene que ser iguales, pues la misma sociedad y las leyes distinguen entre Sociedad Anónima y Sociedad Limitada, amén de Sociedad Anónima Laboral y un largo etcétera. Se puede, y se pudo, legislar distinto para cada caso. Qué afán de protagonismo existe para desvirtuar el matrimonio que une mujer y hombre, que es reproductivo y etimológicamente da sentido a su nombre, con intentar solapar como si fuera con una goma de borrar el sentido ancestral de tal unión?.
Por el hecho de buscar acomodo en la legislación para esas parejas creadas al amparo de la igualdad, no se puede convertir en una feria o mercadillo la forma de redactar las leyes. Ya hemos dicho antes, que las distintas sociedades están recogidas en la ley con las distintas particularidades que las dan sentido pero, de igual modo, no sería posible equiparar la carrera de médico con la de veterinario por muy parecidas que alguien las quiera encontrar. Cada una tiene su acomodo y sus distintas facetas, particularidades y conceptos que las diferencian y ambas son igualmente respetadas. Llámense como se llamen, no dejarán de ser uniones de homosexuales legales y con derechos, pero no se puede confundir términos, orígenes y objetivos que diferencian las dos distintas uniones.
Como decíamos antes las S.A. y las S.L. tienen puntos en común pero, alguien -la ley- las separó jurídica e inteligentemente para preservar las diferencias dentro de las igualdades que compartían. Y puestos a decirlo de otro modo: ¿No es la cantinela de los nacionalistas y del gobierno las de hablar siempre de la diferenciación de las comunidades dentro de la igualdad que supone el territorio nacional?. ¿No es esa la argumentación que se sostiene para que los demás dejemos que por ser de otro lugar puedan ser diferentes?. Y en llegados al tema de la unión de los homosexuales, ¿no se puede colegir que puedan ser diferentes a los matrimonios convencionales de hombre y mujer aunque tengan puntos en común, tales como herencia, pensiones, renta, seguridad social, etc.?. En toda esta historia sólo nos separa una palabra y es esencial: matrimonio. Equiparar una cosa y otra es un error conceptual, pues una tiene un objetivo y finalidad, y no pequeña, la procreación, y la otra no. Es decir, los homosexuales quieren ser diferentes e iguales a la vez. Nosotros no, queremos ser diferentes en razón de lo expuesto de la ley natural de la procreación. Pues seguirán sin entenderlo.
A pesar de todo... como decía, seguiré siendo español y me seguirán gustando las mujeres. Poca diferencia con una lesbiana, salvo que a mi me gustan y con ellas quiero y puedo procrear. Tratándose de determinadas mentes: ¡¡un asunto menor!!. ¿Qué será un asunto mayor para esta gente?.
