En estos días, Alicante, se viste de fiesta para lucir sus mejores galas y, entre otras, nos encontramos con su feria taurina que, sin lugar a dudas, es la admiración de cuantas se llevan a cabo en este mes de junio. En dichos carteles se congrega lo más sesudo del escalafón y, para dicha nuestra, hasta tenemos una parte torista, lo cual quiere decir que, la empresa, por un lado, intenta complacer al gentío y, de otra, al más exigente aficionado.
Acertar en los carteles, en definitiva, suele ser tarea ardua; siempre habrá discrepancias porque, entre otras cosas, nadie entiende que diablos pinta en Alicante un tal Rivera Ordóñez; la única explicación para su inclusión es que, como sabemos, se trata de un rico que, en sus actuaciones, cobra lo que le quieren dar, todo, por mantener un cartel que lo tiene por los suelos. Es decir, aquello que ha ganado y heredado, ahora, lo dilapida por mantener un nombrecito que se le está apagando por momentos. Como vemos, los jóvenes que fracasaron en Madrid, todos acuden a esta feria que, sin lugar a dudas, resultará un revulsivo para ellos porque, Alicante, obviamente, no es Madrid. Y, por ejemplo, a Sebastián Castella, rotundo triunfador de Madrid, no le han dicho esta boca es mía. Bien es cierto que, algunos, ya lo comprobaremos, hasta se llevarán alguna que otra sorpresa porque, en la capital de la Costa Blanca, cuando menos, de cara al aficionado, existe una dignidad aparente que, ya quisieran, por ejemplo, para la plaza de Valencia que, comparada con la de Alicante, es una plaza de talanqueras. Y no es que las orejas cortadas en nuestra plaza sirvan de aumento para los emolumentos crematísticos de los diestros pero, como explico, una oreja en esta plaza, en el peor de los casos, rezuma dignidad, salvo en los casos del patriotismo chauvinista que, en realidad, no se favorece a nadie.
Al margen de las ganaderías comerciales para los diestros de relumbrón –vaya palabra más cursi para definir a los que matan el medio toro- acuden a nuestra feria los toros de Celestino Cuadri y los famosísimos toros de Palha, plato fuerte para el paladar de los aficionados más exigentes que, con la movilidad, bravura y casta de estos toros, con toda seguridad, pasaremos dos tardes muy entretenidas y, como deseamos, con triunfo para los toreros. Justamente con los de Palha, Pepín Liría, una vez más, con toda seguridad nos ofrecerá una gran lección de poderío y vergüenza torera que nos dejará extasiados. Del mismo modo, esperamos con ilusión a Fernando Robleño que, de cuerpo pequeño y corazón gigante, su esfuerzo, - ya lo verán- será recompensado por la afición.
Como dato curiosísimo de esta feria es que, nadie, absolutamente nadie, ha roto una lanza por uno al que llaman El Juli, lo cual quiere decir que, esta afición, empieza a saber discernir entre el bien y el mal; es decir, a saber diferenciar a los toreros entre los afanados bullidores que, con el medio toro, engañan al personal de mala manera. Como digo, toleramos a Rivera Ordóñez porque viene por las migajas que le quieren dar, como a Capea y otros varios. Pero los millones absurdos que El Juli quiere llevarse por matar el burro desmochado, afortunadamente, en Alicante, han sabido pararle los pies; y con razón porque, la última vez que vino a esta plaza, congregó medio aforo, por tanto, sus exigencias, son patrimonio equivocado que, como se sabe, tendrá que buscar otros lares donde la gente sea más tonta y entre al trapo de sus caprichos.
No me gusta la combinación que le han montado a El Cid, de forma concreta, los toros. Me quiero equivocar porque, la torería de El Cid, bien merece un toro íntegro y con movilidad pero, mis presagios, en torno a este festejo, no son nada buenos. Acude Manzanares a dos tardes – hijo- y, el chico, tendrá que arreglar muchas cosas, entre ellas, los fracasos de Madrid. Actúa Manzanares padre que, como se sabe, es el capricho de Alicante; le dan cabida a Esplá en los últimos compases de su carrera y, justamente, el único sitio donde le pagan como a un rey. El Renco y Palazón, los alicantinos, tienen su lógica oportunidad. Es una pena que, la empresa, no haya reparado en contratar a El Inclusero que, el pasado año, en un pueblito de Alicante, bordó el toreo soñado. Y el fallo más estrepitoso de la feria ha sido no contratar a César Rincón que, además de ser el gran triunfador de Madrid, a nuestra feria, le hubiera dado un caché importantísimo, como igualmente hubiera sucedido con Morante de la Puebla si le hubieran contratado. Nadie sabe las razones por las cuales viene Miguel Abellán, Finito de Córdoba, incluso Enrique Ponce y, los dos toreros de mayor interés del momento, se han quedado fuera del abono.
Lógicamente, como reza uno de nuestros más célebres refranes, nunca llueve a gusto de todos pero, hay chaparrones, que deberíamos de evitarlos, entre ellos, el soportar a Finito, Abellán y a esos jóvenes desganados que, cuando deberían dejarse matar, con toda seguridad, vendrán a darse una vueltita por nuestra plaza; claro que, a la larga, si existe un poco de justicia, en el pecado llevarán su penitencia; El Juli, ya la está penando.
