Don Carlitos Munguía y Dueñas, es un gran aficionado. La anterior es una frase, quizá muy hecha, pero nunca tan certeramente aplicada para el personaje de nuestro comentario.Don Carlitos es de esos maravillosos aficionados fiel a los principios en los que la fiesta debe girar alrededor del auténtico toro íntegro, del respeto a la tradición y del respeto al marco legal.
Y a pesar de que la gran mayoría han abandonado al gran coso de la Ciudad de México, por el decepcionante espectáculo que se ha venido presentando en la última década... el señor Munguía, sigue presente en cada festejo, seguramente con la esperanza de que muchos de esos auténticos toros que pastan en las ganaderías no comerciales, lleguen un buen día para ser lidiados por la gallardía de un valeroso torero y regale a la historia taurina de México, la faena consagratoria.
Podemos afirmar, que don Carlitos es un guardián de los preceptos más honrosos de nuestra fiesta, en los que la verdad sin compromisos, la autenticidad, la dignidad y el respeto, forman parte fundamental de la grandeza que debe tener, en lo particular, la fiesta brava mexicana, y en lo general… el espectáculo taurino.
A pesar de cómo se ha venido degradando la fiesta en el coso mayor del mundo, don Carlitos no cede en sus exigencias y protesta cuando las cosas están mal… como habitualmente ocurre; y entonces protesta muy a su costumbre de respeto, ondeando un pañuelo negro, que muestra el contundente repruebo y una especie de luto, por una fiesta que una vez tuvo la luz de la grandeza y, ahora, está sumida en una severa crisis que la puede llevar a la extinción.
Todo hace ver que esto no lo entienden ni es su preocupación por entender… algunos toreros, ni acaso aquellos ganaderos comerciales ni mucho menos -quien con todo desatino- representa a la empresa del inmenso inmueble taurino.
La gran plaza luce en la actualidad tan desolada… con una nostalgia que avasalla, quizá por el imborrable recuerdo de aquellas inolvidables gestas que hicieron en su redondel, toreros como, por ejemplo: El Soldado, Manolete, Luis Procura, Silverio Pérez, Lorenzo Garza, Carlos Arruza, Antonio Velázquez, Litri padre, Alfonso Ramírez El Calesero, Jesús, Córdoba, El Volcán de Aguascalientes, Luis Miguel Dominguín, El Viti, Diego Puerta, Joselito Huerta, Paco Camino, Manolo Martínez… en fin tantos y tan inmensos, y ahora… todo reducido a la miseria taurina, a una parodia que no se acaba de ver su fin.
Esa nostalgia, seguramente no sólo a don Carlitos, sino a tantos y tantos aficionados, que muchas veces llenaron el coso a rebosar, ahora… les invade deseando que muy pronto, acabe esta pesadilla que presenta un horizonte tan gris, que ni siquiera en las novilladas les permite encontrar auténticos valores, que sean el resultado de esa verdad que es el enfrentar al novillo con su edad… con sus más de 3 años. De ese novillo con respetable catadura y astas íntegras.
Lastimosamente, se está nuevamente formando otra generación tan alejada de esa verdad y si inmersa en esa mar de mediocridad, donde la comodidad del animalito casi sin cuernos, es la parte fundamental, y lo único que se ve en ese horizonte… es el halo negro del fracaso.
Pero todo tiene una solución en esta vida, y esa está más que entendida en la fiesta taurina mexicana… toda esta cantera de jóvenes habrá que devolverles la fiesta integra en su totalidad.
Una fiesta en donde puedan enfrentar con honor, honestidad y gallardía, la verdad del novillo íntegro, y en su momento del TORO.
Una fiesta que los haga no sólo más toreros sino más hombres, porque al defender el derecho a ser respetados se respetarán a sí mismos, y darán respeto a la fiesta y al público, que al fin de cuentas es el que da fuerza y razón de ser a todo espectáculo.
Por eso, veo con gran emoción como cada ocho días, don Carlitos Munguía y Dueñas, sigue siendo el Guardián de los más altos y nobles valores de la Fiesta en la gran plaza.