A nadie le cabe ninguna duda, de que El Cid, es ahora mismo el torero favorito de Madrid. Junto a Rincón, es torero de Madrid. Pero fíjense bien que he dicho torero favorito y eso ya es un grado distinto. Méritos tiene para una cosa y la otra, aunque ambas no siempre deben de ser compatibles.
En la corrida de Beneficencia celebrada hoy, de nuevo El Cid ha brillado en sus dos toros. A los dos les ha hecho faena, basada en la distancia y el temple y, por supuesto, en muletazos hondos y profundos. Se empieza a hacer un clásico su forma de torear, de interpretar el toreo: distancia y segundos al toro para que tome aliento; muleta adelantada y con ello muletazos perfectos de trazo y longitud para rematarlos, enormes pases de pecho. Repito, todo un clásico. También se puede llamar clásico a su forma de matar, o mejor dicho, de no matar.
En el toreo de capote, también es clásica su manera de realizarlo, por verónicas, muy suaves y lentas y medias que levantan clamores. Otro factor a tener muy en cuenta es el momento profesional que está viviendo, lleno de moral y seguridad que le hace ver claro lo que a otros no les resulta tan fácil. A todo eso, se le puede llamar estar en estado de gracia. Suele sucederles a los toreros cuando están, como sucede en otras profesiones, en racha.
Pues bien, de eso que hemos relatado, ha habido hoy en Las Ventas. El Cid, ha estado bien en sus dos toros; muy por encima de ellos. Al primero, mansito pero noblote, le ha enjaretado series bien construidas con el público muy entregado y finalmente falló a espadas. En el segundo, más complicado y con geniecillo, ha habido más vibración; incluso ha sido volteado en una colada por el pitón derecho que no ha tenido consecuencias. Él también muy entregado ha querido y ha podido, con los altibajos propios del toro que cada vez se le iba complicando más. Al final, tras mucha preparación, lo ha matado de un bajonazo.
Aquí es donde aparece lo de torero favorito. Ya se sabe que significa eso: perdonarle todo. Y no es así. El Cid es un gran torero, torea de verdad, le gusta, además, hacer las cosas bien, pero tener el público a favor es un punto importante que él no necesita. Se ha ganado a pulso el reconocimiento de la afición de Madrid, del público en general, pero no hay que pasarse en la medición. Hay que medirle igual. La faena, con momentos buenos, podría tener valor, pero el bajonazo, como en la otra el pinchazo y la estocada caída tienen que ser tenidos en cuenta. Lo dicho, no le negamos nada, pero tampoco queremos que se le favorezca -de ahí lo de favorito- en cualquier situación.
Los toros de Samuel Flores han sido mansos en líneas generales, si bien luego en las muletas se han dejado hacer. Más, o por lo menos así lo parece toreando El Cid, los de Manuel Jesús, pero el primero de Abellán también se dejaba, aunque muy soso y el último de Cortés, también. Otros, han tenido peor comportamiento y de ellos, el peor, el primero de Antón.
Llegaban dos toreros ausentes de San Isidro y traían las ganas de dejar en alto su pabellón. Lo consiguieron a medias. Miguel Abellán estuvo toda la tarde con mucha disposición y entrega si bien, como ya hemos dicho, los “samueles” no eran material propicio para encumbrar a un torero si, además, no se cuenta con el favor del público. Una actuación digna sin más la del madrileño que no ha podido reverdecer mejores tardes en Madrid.
El gitano Antón Cortés, también tenía ganas, pero las tuvo que dejar para el último al ver como era su primer oponente. En éste tiró por la calle de en medio y se afligió enseguida. En el sexto lo intentó todo, si bien seguramente no acertó con las distancias ni el ritmo. Lo más meritorio lo hizo al recibir de capote toreando a la verónica flexionando la rodilla; al menos esto resultó torero. Con la muleta no hubo mayor lucimiento y es que estos toros llevan años que no son el prototipo del toro bravo precisamente. De cornamentas desarrolladas, sí son prototipos.
Se acabó la feria y se acabó esta corrida, postre de aquella. El Cid es el gran triunfador, pero no es bueno que ser torero de Madrid, se convierta en favorito de Madrid. Dos cosas distintas y que han de saber distinguir. No sabemos si hoy, con gente diferente que acude a este cartel, ha podido verse impresionada por la inercia de la “cidmanía”, pero bueno será que esto se quede aquí. Precisamente es un torero para que no se le regale nada. Su trayectoria profesional le avala.