Sí… de nuevo en mi México. Podría decir, de nuevo en casa, que además es lo correcto; y sin embargo ir a España… ser recibido y tratado como de la familia, me lleva a la posibilidad de afirmar: Vengo de casa y he llegado a casa. Vengo de disfrutar intensos, bellos y sentidos días, que ya han quedado en el archivo de mi memoria, como mi amada dama de blanco, que, de ella, hasta el momento, sólo tengo un suspiro.
Ahí… en Madrid, encontré compatriotas mexicanos, quienes bajo la convocatoria de la participación de Eulalio López El Zotoluco, el 23 de mayo, le fueron a ver torear, aunque en la realidad, ni nuestro paisano ni mucho menos Enrique Ponce ni El Juli, lograron dar la gran tarde que se esperaba, por esos absurdos abusos a la integridad de la fiesta.
¡Vamos!, hasta el señor Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, don Juan Ramón de la Fuente, llegó presuroso acompañado de don Ignacio Solares para la citada fecha, y… ¡no pasó nada!
No obstante, a pesar de ese desastroso festejo del que ya nadie quiere recordar, porque cuando se insiste estar hundido en la mar de mediocridad, en el abuso tanto a la buena fe del respetable como a la fiesta y también a la legalidad… no hay argumento que los justifique, y sólo más que el repruebo… el olvido hace acto de presencia.
Sin embargo, hay situaciones que se reconocen como el que don Juan Ramón de la Fuente, haya dejado unos días la máxima casa de estudios de México, seguido por su intensa pasión taurina, que ennoblece y nutre su afición, dando ejemplo a muchos intelectuales, que siendo también apasionados de la más bella de las fiestas, no se dan fuerzas para acudir con claro y plausible argumento.
Como por ejemplo, el maestro Jorge Eduards a quien habitualmente saludo en cada Feria de San Isidro siendo otro vivo ejemplo junto con los maestros Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes, de una auténtica y viva pasión a los toros, que con orgullo muestran al mundo cultural e intelectual.
La Feria de San Isidro dejó perfectamente precisada… la grandeza del inmenso torero colombiano, César Rincón; el imponente horizonte que abrió de par en par amparado en la luz de arte, el sevillano Manuel Jesús El Cid; la incontenible entrega del francés Sebastián Castella, quienes han demostrado plenamente, que cuando crean... son el centro del universo.
Y de excelentes encierros… por mencionar sólo algunos: el de Alcurrucén, los bravos y encastados toros de Adolfo Martín y Victorino Martín, los novillos de la Yerbabuena y de Fuente Ymbro.
Ha sido una feria interesante que devuelve y con mucho, la apasionada entrega a la más bella y culta de todas las fiestas… la Fiesta de los Toros.