Se va a celebrar, esta semana que inicia, la tradicional corrida de la Beneficencia, la corrida más importante de toda la temporada europea. Sin embargo, por haber confeccionado el cartel de antemano, nos vamos a perder la oportunidad de ver una corrida con todos los pergaminos que exige el acontecimiento. Que mejor oportunidad para haber reunido en una misma tarde a los tres toreros más destacados de la recientemente finalizada feria de San Isidro.
Que lindo para el toreo que se hubiera podido cerrar un cartel con César Rincón, “El Cid” y Sebastián Castella, un cartel para que luego de la batalla isidril, los tres toreros triunfadores, generales de la feria, mostraran sus galones ante el público madrileño y dirimir ante el toro la supremacía en la plaza número uno del mundo en el 2005. Este tipo de carteles y de corridas, si se hubiera llevado a cabo, son las que suben los quilates a la fiesta y son las que le darían el lustre que necesita para volver a brillar en toda su dimensión. Ustedes se imaginan ese cartel, con esos tres toreros a por todas y con toda España, Francia y América pendiente, aunque bueno, quizás América no, porque ahora también nos enteramos que ni por televisión la vamos a poder ver al quitarle los derechos de transmisión a la televisión española.
Porque uno de mis mejores recuerdos, taurinamente hablando, se llevó a cabo un 6 de junio de 1991, cuando luego de lucidos tercios de quites y grandes faenas se fundían en un abrazo interminable en el centro del ruedo de la plaza de Madrid una figura española que practicaba en ese momento el mejor toreo de España y la nueva figura recién lanzada en la feria de San Isidro. Estoy hablando del histórico mano a mano de José Ortega Cano y de César Rincón en la Beneficencia de ese año. Que cartel !!!. Que rúbrica a la feria !!!. El cartaginés había sido el autor de la mejor faena de la feria, no finiquitada con la espada, a un toro de Garzón y el bogotano era el absoluto triunfador de la feria con dos salidas consecutivas a hombros y era la sensación del momento. ¿Que más se podía pedir?. Y luego la tarde fue memorable. Esas son las oportunidades que no se pueden desaprovechar para colocar de nuevo a la fiesta en el lugar que se merece.
Pero esta vez no se podrá. El cartel ya se había cerrado con anterioridad a la celebración de la feria, quitándole de esa manera importancia a la corrida, que puede que resulte buena, pero que no reunirá a los que debieran haber hecho el paseíllo en la –repito- corrida más importante del año. Acompañan a “El Cid” dos toreros injustamente dejados fuera de la feria por la empresa de Madrid y que luego de ese plantón debieron recibir en contraprestación el anunciarlos en la Beneficiencia, como si fuera una corrida de caridad con aquellos a los que trataron mal previamente. Este error de la empresa lo pagamos ahora todos, privándonos de un gran acontecimiento taurino por todo lo alto. Un error de la empresa que por su capricho dejó fuera de la feria a Abellán y a Antón Cortés, dos de los diestros destacados de la feria anterior, en una actuación inexplicable, o que quizás ahora si resulte más entendible al irse develando, en los coloquios de Navalón, que el empresario de la plaza de Madrid no es plenipotenciario de sus actuaciones sino que recibe órdenes de un millonario con mayoría accionaria en la empresa.
Ya que más da, el cartel está hecho, y eso es lo más grave. Porque uno de los principales males que aqueja a la estructura actual de la fiesta de los toros es que los empresarios no esperan los resultados de las ferias importantes para cerrar las ferias que se celebran a partir de junio, los carteles son prefabricados con cambios de cromos o recomendaciones de las figuritas y confeccionados por apoderados y empresarios a los que les importa un bledo dar importancia a lo que pase en Sevilla y Madrid, privando al público de lo que realmente interesa en el momento.
Porque no debiera haber feria que se celebre a partir de ahora que no cuente en sus principales carteles con el maestro Rincón, con “El Cid” y con Sebastián Castella, que se lo han ganado a ley por triunfar en la difícil y exigente Madrid y haber mostrado como es que hay justificarse en la primera plaza del mundo. Y a los toreros que salieron derrotados de San Isidro habría que relegarlos a carteles de menor entidad o apearlos de las ferias hasta que vuelvan a demostrar que de verdad si tienen algo por decir.
Por ejemplo, los señores Ponce y Juli no debieran ser los primeros que contactaran las empresas, dada su pobre presentación en Las Ventas, burlándose hasta de si mismos, tampoco están como para exigir ganaderías ni compañeros de terna. Algún castigo debieran tener. Lo mismo que toda esa tropilla joven que fue a Madrid a confirmar y que salieron por la puerta de atrás confirmando más bien que el futuro que se nos viene preocupa más de lo debido.
Entiendo que por el gran número de corridas que se celebran en los meses de agosto y septiembre los empresarios tengan que apresurarse a concretar a los toreros desde antes pero no hay disculpa para no esperar hasta los primeros días de junio para escriturar a los toreros triunfadores de la feria más importante del mundo, que por algo lo será, y que no simplemente se ocupen cupos que dejen toreros heridos o que se caigan de los carteles. Pero es que hay carteles de septiembre cerrados desde marzo, y la misma feria de San Isidro cerró carteles antes de que se terminara la feria de Sevilla y así pasa con todas.
Y si ni siquiera en Madrid se puede reunir al cartel, que sin dudarlo hubiera reventado los tendidos y acaparado toda la atención del mundo taurino, pues que se puede esperar de las otras plazas. Estas son las pequeñas cosas que se pueden ir mejorando y es desde allí es donde se puede ir haciendo algo para ir volteando la tortilla y recuperar toda la magia y verdad de este maravilloso espectáculo.
Nota: Una de esas cosas que benefician a la fiesta y se pueden ir haciendo es anunciar al maestro César Rincón, máxima figura del toreo, en la plaza Santamaría, en la temporada de su 75 aniversario con los toros más importantes y bravos del país. Los “Mondoñedos”. Nos lo merecemos los aficionados, se lo merece la ganadería, se lo merece el torero, se lo merece la plaza y se lo merece la fiesta.