Ellos, los cabestros, han sido lo más bravo y menos manso que hemos visto en la tarde. Por tanto, imaginen lo que hemos visto. Cierto que cabestros hay muchos y en muchos lados, pero aquí nos referimos, única y exclusivamente, a los que maneja magistralmente Florito, quién seguramente debería compartir honores en la feria si los presidentes no hubieran sido tan rácanos para sacar el pañuelo verde en días atrás. Hoy no nos podemos quejar: inválido que salía, iba para atrás.
Inválida, además, corrida de Partido de Resina, que unido a su mansedumbre y descastamiento hacen de ella lo más deslucido, con toda seguridad, de toda la feria. Había quien creía que ya lo habíamos visto todo, pero la realidad ha superado todo lo imaginable.
La tarde se presentaba calentita después del escándalo de ayer, del que por cierto no hemos visto ninguna nota oficial que acredite fehacientemente lo que allí pasó. En tanto eso sucede, puede pensar cada uno lo que le de la gana; así como nosotros mantenemos que habiendo sido el único, al parecer, que escribe en esta feria y que se marchó de la plaza tras el anuncio de suspensión por la megafonía, que hay que exigir públicamente responsabilidades. Esto es Madrid, no una plaza de cualquier lugar en cualquier parte del mapa y, por ello, se precisa luz y taquígrafos. No es posible mantener posturas y declaraciones entre los toreros y posturas y explicaciones distintas y contrarias por parte de la autoridad. Alguien miente y se exige que se de la explicación y se asuman responsabilidades. ¿Para cuándo la nota oficial y las consecuencias que se deriven de ella?.
Decíamos que se presentaba calentita la tarde, pero no ha sido así. El público y abonados de Madrid, harto sumisos, no han realizado ninguna protesta ni formal ni sonora, cuando lo que sucedió ayer, el hurto de dos toros antirreglamentariamente, fue un hecho. Por si fuera poco, personas que no habían pagado entrada, entraron a través de todas las puertas abiertas a presenciar esa “exhibición y muerte”, gratuita para los que no habían pagado y hurtada a los que sí habían pasado por taquilla, de dos toros fuera de corrida oficial, -suspendida estaba- y que se inventaron después. Con todo el respeto del mundo para con todos, tenemos que depurar responsabilidades, evitando con ello que esta plaza sea, como ayer, un cachondeo y el hazmerreír de medio mundo, pues el otro vive de espalda a la fiesta y no se habrá enterado.
En lo único que se notó la lección, de las almohadillas de ayer y lo que se podía avecinar, ha sido en las devoluciones de hoy. El palco ha andado ligero en la primera devolución, remiso en la segunda y normal en la tercera. Pero lo ha hecho y se notaba que no quería líos la autoridad que presidía hoy. El Sr. Sánchez, quien ayer mosqueó a todo el mundo con un excesivo protagonismo, según cuentan los que lo vieron, hoy quería chupar menos cámara, pasar más desapercibido.
Lo demás, no pasará a la historia de esta plaza ni de la tauromaquia. Mansedumbre y moruchez a raudales, además de la invalidez citada. Tanto en los titulares como en los sobreros. Los toreros poco han podido hacer para brillar, si bien no todos han estado igual de dispuestos en entrega y decoro. El Califa ha ganado la partida a sus compañeros con una entrega y exposición mayor. Suyos han sido los únicos momentos en los que la gente ha podido aplaudir a los espadas del cartel. Se vio levantado los pies del suelo por su primero, un galán de los que ya vemos que echa Puerto Frontino, y al que mató de una estupenda estocada volcándose sobre aquellos pitones que buscaban la presa. Justa ovación a su disposición y ganas de superar la adversidad. En el otro, también lo intentó, pero todo le salió peor, incluso el manejo de la espada.
Manolo Sánchez, de por si torero frágil, para él era un mundo tener que estar delante del lote que tenía que matar. No se confiaba, ni tampoco era fácil hacerlo, pero con el estoque se tiene que tener mayor decoro. Víctor Puerto, pareció que quería y no pudo y no había forma de poder. Mezcla tanto la escenificación que a veces produce dudas. No creemos que hubiera faena en ninguno de los dos, pero también hay que dar sensación de decoro con los aceros. Saludó Pedro Vicente Roldán en el tercio de banderillas del último de la tarde.
Poco más dio de sí esta interminable corrida de mansos. Solo había casta en los cabestros de Florito, o al menos esa era la impresión que nos dio. Por lo menos es en lo único que no da pasos hacia atrás ni Madrid ni la Fiesta. Mientras tengamos a Florito, tendremos la seguridad de que algo se va a hacer bien en esta plaza. No es poco, no crean.