¡Agua, agua! ese es el grito que la gente del campo reclama y ese es el grito que más se oyó en la tarde de hoy. Pasadas las nueve y media, un nuevo grito saltó a estos titulares: torpeza, descontrol y falta de respeto al personal. La megafonía de la plaza, terminado el cuarto toro, nos echó del coso al indicar que “la autoridad y los toreros han decidido suspender el festejo ante las malas condiciones del ruedo”. Eso se oyó y, naturalmente, la gente y nosotros, nos marchamos. Nadie nos puede exigir que permanezcamos allí a esperar el santo advenimiento. Tampoco que en la algarabía de los vomitorios de la plaza, nos pongamos a reflexionar si no sería conveniente volver por si cambian de opinión. Lamentable episodio del que tienen que salir responsables. ¿La autoridad fue quien indicó que se anunciara por megafonía la suspensión?. ¿Fue la empresa? ¿Los toreros quizás?. ¿Quién?
Quien sea el responsable de tal desaguisado debe dar una explicación inmediatamente. Debe asumir responsabilidades y, además de pedir disculpas, compensar a quienes se marcharon siguiendo sus instrucciones. Todo lo demás, será un fraude. Y si la autoridad es una autoridad, es la primera que debe exigir la reparación y, en su caso, presentar su dimisión. Madrid, otras plazas tampoco, no es un lugar donde al antojo de unos cuantos se maneja al personal como si fueran rebaños. Quien sea el responsable del anuncio, a la calle, pero ya. Su irresponsabilidad ha privado a miles de personas, yo me siento engañado también, de presenciar dos toros cobrados en las entradas y de nada vale calificarlo de malentendido. De mal entendido nada, pues yo lo escuché muy bien. Y prueba de que fue como fue, da el hecho de que se lanzaran almohadillas por doquier. ¿O es que alguien va endosarle las almohadillas a la actuación valerosa de El Fundi?. Bromas, de este cariz, ni una. Exigimos seriedad. Esto no es un fallo de poner toros en un cartel de una novillada.
Antes de que la autoridad o la empresa, o quien fuera, hiciera agua, lo cierto es que la corrida hacía agua por todos lados y la climatología vino a poner su granito de arena. ¡Qué digo! de agua hizo su aportación. Hasta ese momento, tercero bis, el agua lo habían hecho los toros de la legendaria, ya más bien lejana, ganadería de Miura. Estábamos en el tercero y solo se había lidiado uno, pues se devolvieron los otros dos. Razones: su invalidez total.
También habían hecho agua los tercios de banderillas protagonizados por los tres espadas y, en su conjunto, había hecho agua cuanto allí había sucedido. A salvo, una fenomenal estocada de José Ignacio Ramos que le valió una ovación.
Se cerró el cielo, se abrieron los paraguas y comenzó, en ese tercero bis, el diluvio universal. Salieron de estampida cuantos espectadores estaban al descubierto y aquello parecía que nunca se iba a acabar. Entre tanto, Padilla, se enfrentaba al veleto de Puerto Frontino con más ahínco y reconocimiento de lo habitual, tal era la gesta de estar allí frente al toro y los elementos. Una estocada caída y le pidieron la oreja que el Sr. Gómez, D. César, la Autoridad, no concedió. Cuestión de minorías nada más.
Ahí, tal como estaba el ruedo, se debió de suspender. No se hizo así y con un diez por ciento de los espectadores en los tendidos, se dio salida al cuarto para que Fundi navegara, más que torear, por allí. Valeroso, otra cosa no cabía, aguanto el chaparrón que iba remitiendo y sorteó los charcos que ocupaban el redondel. Mató tras varios pinchazos y después vino lo de la megafonía comentado.
Naturalmente, quien suscribe, no les puede hablar de lo que después sucedió, pero les prometo no irme mas de la plaza, así anuncien lo que anuncien, hasta que me echen de allí los de la limpieza o los guardias. Está claro que no será posible hacer caso en el futuro a lo que nos indiquen por megafonía. Mal precedente para el día que por cualquier circunstancia nos indicaran que abandonáramos la plaza. Aquí, cuando tantos edificios hay que desalojar por amenazas de bomba, Santiago Bernabeu incluido, no nos hacemos a la idea de que la gente desconfíe de lo que diga el del megáfono. Lamentable es el calificativo suave que le puede cuadrar a lo sucedido, pero puede y podría tener uno más fuerte y que encajara mejor: FALTA DE RESPONSABILIDAD. ¿Pueden actuar de oficio los tribunales?. Un hurto de dos toros a miles de personas es un hurto mayor. ¿O no?.
Lo sentimos por la poca difusión que de la actuación de Ramos y Padilla podemos hacer. También ellos pagan, de esta manera, la torpeza y el atropello que se ha cometido hoy.