Llegaba hoy la tercera y última novillada de la feria. Al decir novillada piensa uno en toros más pequeños y al decir última se puede uno referir a la que cierra un ciclo, o también a la última en llegar. Pues ambas cosas han sucedido hoy y tiene mucho que ver. Desde hoy contamos con una pequeña persona más en el equipo de Opinionytoros.com; se llama Icíar y tiene solamente unas horas. Nuestra más alegre enhorabuena a quien ya es una nueva aficionada y que es el mejor trofeo de la feria para nuestro compañero y amigo José Mª Vivas. Hoy, su sitio estaba en otro callejón, uno más blanco y luminoso; ese por el que se llega a la vida. Bienvenida a Icíar y enhorabuena a José María y a su esposa Silvia.
Por ello, con el permiso de los lectores, le voy a dedicar estas primeras líneas taurinas a esa criatura a la que deseamos habite un planeta más justo y pueda presenciar, ya más mayor, una fiesta como la quiere su padre y cada uno de nosotros: más digna y más verdad.
Querida Icíar: En estos festejos, las novilladas, a las que asiste menos gente que a las corridas, es cuando se suele producir una fiesta más auténtica y adornada por la alegría y derroche de ganas de los chicos que hoy quieren ser toreros y mañana querrán ser, también, tus novios. Ese ímpetu juvenil, también de las reses, las hacen más interesantes que muchas corridas donde hay algunos desaprensivos que eligen los toros para que no pase nada. Pero, nada de nada.
Como te cuento, en este festejo que tu padre no pudo ver ni fotografiar, se puso de manifiesto, una vez más, y con más claridad que en las novilladas anteriores, lo que te quiero definir como las maneras. Las maneras, son esas formas de interpretar o de manifestar que tienen los toreros cuando están en el ruedo o en la cara de los toros. Hoy se ha puesto de manifiesto de forma evidente y tiene su explicación. Verás: había tres toreros, tres novilleros y cada uno usó unas maneras para expresar lo que sienten y lo que llevan dentro.
Uno quiso y a veces consiguió dejar claro, a través de sus maneras, que tiene empaque y buen gusto en el uso de los trastos de torear (ya te los enseñará papá cuando hayas crecido un poco) y se llama Álvaro. Otro, dejó claro, y de forma manifiesta, que venía a debutar en Madrid por la vía de las maneras de la disposición y cuanto hizo estuvo presidido por ese afán de querer estar bien, asumiendo, además, el alto riesgo que supone ponerse allí, atornillar las zapatillas e intentar con la técnica, la poca que atesora hoy, ganar la batalla al burel; este se llama Sergio. Hubo otra manera de estar y esa corresponde a la que han dado en llamar el toreo moderno, -no te preocupes que ese es el que no te va a enseñar papá- lleno de ventajas y posturas, pero con muy poquita verdad; esta última modalidad de maneras, las practicó uno que se llama Santiago Ambel.
Era tu día y todo este muestrario tenía que estar puesto allí para que yo te lo pueda contar y te hagas pronto a la idea de lo que queremos que sea la Fiesta con mayúsculas. Lo primero es que salgan toros, en este caso novillos, que atesoren la casta, -ya sabrás más adelante lo que es- y que contengan bravura y nobleza y un poquito de picante para que la emoción llegue a los muchos que lo van a ver. Los cornúpetas de hoy, de El Ventorrillo, traían esas condiciones y fueron muy variados en su comportamiento, pero se dejaban hacer, que es una frase cursi pero que se dice mucho en el toreo de hoy. Hubo flojos y suaves dos, bravos y nobles otros dos, mansurrón uno que hizo quinto y otro incierto que hizo tercero. Tenían posibilidades de irse sin orejas al desolladero muchos de ellos y sin embargo se fueron todos con ellas. Ya, ya se, que has oído por la radio que tiene mamá allí, donde estás tu, que Álvaro Justo cortó una, pero ya se la habían llevado al desolladero por culpa de la lentitud del presidente en concederla y hubo que sacarla de allí para que la pasease en la vuelta al ruedo.
Álvaro estuvo justo en su primer enemigo que era de condición noblota y de suave embestir. Se entretuvo en dibujar naturales, ya que por el derecho el novillo no dejaba ni coger el lápiz, y otros pases de buen gusto y empaque. Había comenzado con torería que es una forma de saber estar y andar por la plaza y que enseguida lo vas a reconocer cuando veas andar a papá, y con dos medias verónicas que dieron la señal de que allí podía suceder algo. En su segundo, el mansurrón, ya no había manera de componer nada y nada compuso. Eso sí, le atizó dos bajonazos.
Sergio Serrano, a pesar de que muchos no daban nada por él ante la lidia del incierto tercero, brindó al público y apareció en escena el novillero de toda la vida, el que no debería haber desaparecido, a pesar de las escuelas, con hambre y con ganas de triunfar. Y fue poniendo la plaza en pie y con un nudo en la garganta, cuando fue volteado de forma espectacular como pocas veces hemos visto subir a esas alturas a las que le mandó el burel. Pero su decisión era firme y así siguió. Mató de una gran estocada, que bien merecía la oreja que le pidieron y se le ovacionó con fuerza. En el último, mostró la misma disposición y entrega; todo fue algo mejor, aunque ayuno de mucho que aprender, pero teniendo lo que hay que tener para querer ser torero y para venir a Madrid.
El otro, Ambel Posada, que te contaba antes, hacía como que estaba, pero que no. Ponía posturas y todo lo demás de la tauromaquia actual, pero no convencía a nadie y no es cuestión, a estas horas en las que ya tienes que dormir, que te alargue este escrito contándote lo que no fue capaz de hacer.
Nos has dado una alegría a todos los que formamos el equipo de Opinionytoros, compañeros de papá. Hoy no nos importa que no pueda escribir José Mª para nuestros lectores, pues la mejor firma está echada y se llama Icíar. Espero que cuando te de dos besos me puedas reconocer; yo soy el primero que te ha escrito contándote cosas de papá y de la fiesta. Pero todo de verdad, para que empieces a distinguir.