Esa era la escena final, cuando ya la gente abandonaba la plaza. Un rejoneador también lo hacía, pero a diferencia de los miles de espectadores, éste lo hacía en hombros. Ese es el deseo de todos cuantos actúan en esta plaza, pero que, hasta el momento, sólo lo han conseguido en esta feria un colombiano, César Rincón y este Sergio Galán.
No es lo mismo, suelen decir los aficionados, quienes piensan que son más fáciles las salidas de los centauros; pero para ellos, para todo su escalafón, la forma de medir es con ellos, no con los toreros de a pie. Quienes les juzgan y otorgan esos derechos son los mismos espectadores para todos y, entonces, no puede existir el agravio comparativo; juegan en igualdad de condiciones. Si el público es más fácil, como se suele decir, lo es para todos.
Cortó las orejas, una en cada toro, con toda justicia y no solo por ser pedidas, sino y, fundamentalmente, por hacer bien las suertes, por sentirse torero a caballo y, esto es muy importante, por matar arriba. Esto último es un trágala muchas tardes, en demasiados cosos y en Madrid también. Hoy no, quienes han cortado las orejas, Galán dos y Cartagena una, lo ha sido por matar bien. El tercero era el triunfador del pasado otoño, el portugués Rui Fernándes y éste mató muy mal.
Sergio Galán, quien seguramente sea el alumno más aventajado del maestro Hermoso, ha pechado, además, con el peor lote. Sus dos toros han sido mansos de solemnidad y ambos han intentado el salto al callejón. Pero la monta y, sobre todo, la torería de este Galán ha sabido ir prendiendo a sus oponentes en el vuelo del capote que representan las colas de sus cabalgaduras para ir rematando tandas de pases al compás del valor de los equinos y de su capacidad para liderar sus faenas. En sus dos toros su actuación ha ido a más, en consonancia con lo que acabamos de decir y en justo premio final ha abierto la puerta grande.
Andy Cartagena ha tenido un lote insípido y deslucido y a base de ese alegre cabalgar que le caracteriza, ha ido logrando ganarse el favor del público, sobre todo con las banderillas al violín. Dos caballos “Deopus” y “Quito”, dos excelentes caballos, han colaborado para darle a su actuación el ritmo y espectacularidad que el sabe darle. Un pinchazo y un bajonazo han impedido que pudiera cortar la oreja a su segundo, en el que además ha recibido un aviso. En su primero, como queda dicho, cortó una oreja.
El portugués Rui Fernándes ha gozado del mejor lote, pero ha matado muy mal. No ha estado a la altura del pasado año, entre otras muchas cosas por clavar muy a la grupa y lo comentado de matar muy mal. No ha entusiasmado al personal y se le ha ido notando a lo largo de sus dos actuaciones.
A la salida, no eran pocas las mujeres que le decían guapo a un hombre que volaba en hombros hacia la calle Alcalá. No nos consta que se lo dijera ningún hombre, pero en cualquier caso, lo que todos le podían llamar sin tener que ser mirados de reojo es: Galán. Pues eso era cierto cuando la noche acechaba Madrid; un Galán por la puerta grande, salía en hombros de la gloria que esa puerta suele dar.