Podría tratarse perfectamente de un anuncio publicitario, como un reclamo para visitar nuestra Plaza de Toros de Las Ventas, precisamente en el día en que nos ha sido mostrado a la prensa Taurotour, una modalidad de visitas guiadas a nuestra plaza de toros que ha puesto en marcha la empresa, Taurovent. Podría ser, decimos, pues no en vano es un rincón de Madrid que merece la pena visitar. Una posibilidad para que los visitantes que llegan a la capital de España tengan la oportunidad de conocer de cerca el lugar, los lugares, donde los legendarios matadores de toros realizan sus gestas. No dudamos que será un aliciente más para los turistas extranjeros y nacionales.
Pero nos referimos a otro Rincón. Éste es un colombiano que ha decidido que su nombre se encarame a lo más alto, como ya hiciera en aquél lejano 1991. Y lo hace en Madrid, ahí donde dicen que es el lugar para las gestas. Siempre lo ha sido; pero una tauromaquia moderna y cursi pretende transformarlo y dar carta de triunfadores a aquellos espadas que consiguen sus triunfos fuera de este ruedo. Esa obstinación está haciendo perder el referente de autenticidad a la Fiesta y la va minando día a día hasta dejarla, como en la actualidad, hecha unos zorros. Esos zorros que manejan los hilos, se equivocan de medio a medio y, lo que es peor, equivocan a toda la afición del mundo taurino.
Si algo está teniendo bueno, buenísimo, Madrid este año, es el desenmascarar a tanto paseante y figurín que no es nada, salvo con el medio toro en cualquier lugar que no sea precisamente este ruedo, llamado cátedra del toreo. Muchas otras cosas no van tan bien, pero en ese sentido, se está recuperando, al compás de determinados toreros, la importancia, el respeto y el salvoconducto que debe suponer Madrid. Y si a muchos esto les acongoja, pues que dejen de ir de birlongos y se apliquen el cuento. Y el que no de la talla en este ruedo y en esta feria, a segunda división, incluso a tercera. Es una lección que no se debe dejar pasar. Mañana será tarde. El reconocimiento mundial a lo que aquí se hace, tiene que ser unánime, determinante y fulminante para el que no de la cara en Madrid. Llegó la hora. Esa es la tarea de los empresarios y caso de no hacerlo, a quienes habrá que exigir esa responsabilidad. Hay toreros ya, que aún triunfando descafeinadamente en otros ruedos, no deben volver a Madrid. Y si vuelven, será para torear lo que les pongan, no lo que impongan. Una sílaba, “im” de importancia, es la clave que cambia una actitud de la otra. ¿Está claro?.
Una vez más, César Rincón ha dado la cara en Madrid. Por hacerlo, ha sido volteado feamente al lancear de capa a su primero, pero su decisión y firmeza ha sido la misma que el otro día. Quizás haya volado algo más bajo, pero todos los días no puede ser igual. Fuerte ovación al término de su primer flojo toro de Vellosillo y muy entregado y firme con el buen toro de Jandilla. Un toro alegre que es la especialidad del torero colombiano. Sin que nadie me pueda acusar, me atrevo a decir que ha estado por debajo de las condiciones del toro y no por no estar bien, sino por no estar muy bien. Ha faltado, quizás, arrematarse con el toro, envolvérselo en la cintura para hacer crujir más la plaza. “Ruidoso”, que así se llamaba ese toro, no hizo ningún ruido, solo embistió sin cesar y con alegre galopar a cuanto le pidió Rincón. Faltó, para mi gusto personal, esas series en las que la cadera hubiera jugado con las circunferencias del toreo que ofrecía el buen toro. Pero había emoción y verdad y si no se llegó a lo sublime, tampoco era cuestión de quejarse. Sí hubo ese empaque y cadencia en las trincherillas con las que aderezó su faena. Un feísimo espadazo acabó con la vida de “Ruidoso”, que se marchó con el ruido de la fuerte ovación en el arrastre.
Una oreja en la mano, hizo de César sentirse nuevamente torero de Madrid. Y es que existe, lo aseguro, un Rincón de Madrid, que merece la pena ver. No está expuesto todos los días al público, pero vale la pena acercarse a verlo cuanto que se sepa qué días se puede contemplar.
Acudió como aficionado a presenciar el festejo en esta Corrida de la Prensa, su Majestad el Rey Juan Carlos I, a quien brindaron un toro cada matador; y esto, al margen del Rincón de Madrid, es casi lo único noticiable en la tarde de hoy. Una nueva confirmación, la sexta y última, de Miguel Ángel Perera, con los mismos resultados que sus anteriores compañeros: poco que ofrecer. No es que los toros hayan estado a gran nivel, pues abundaron los flojos y sosos en su embestir, pero no hay disculpa para quien viene por primera vez a Madrid. Lo dijimos el pasado día 18 en nuestra crónica “Las ganas de triunfar” y lo reiteramos hoy, hay que venir de otra manera. Perera como otros dos nuevos confirmados tiene otra oportunidad, pero por lo visto de ellos, parece que la afición tiene poco que esperar.
Matías Tejela, también hizo el paseíllo, compuso la figura cuanto pudo, pero no llegó a calar en la gente. Torea demasiado de espejo y a esa forma de torear le tienen que acompañar los toros; si no es así, queda todo incluso muy superficial. Hay que transmitir otras sensaciones y otra disposición. Si lo entiende o no es otra cuestión. Los silencios recibidos con total indiferencia lo dicen todo.
Con los palos estuvo muy bien Gustavo Adolfo García de la cuadrilla de Rincón. Y es que todo se pega.
Otra observación, es que esta forma de traer cada matador sus toros elegidos, de unas cuantas ganaderías, sin sorteo, es anacrónico y poco serio y hay que recuperar el festejo con una corrida de toros normal y sortear.