Señor presidente don César Gómez, no se pueden acabar con las ilusiones de un joven como Sebastian Castella, quien vino por la Puerta Grande y que demostró como un hombre, como un torero, que tuvo merecimientos para ello; y usted decidió quitársela.
Tuvo Sebastián dos toros malos... mansos y hasta peligrosos, y con poder y aguante, con sitio y oficio, con la solvencia que le da su valor apoyado en su técnica y en ese mágico poder del sentimiento, conjuntó dos auténticas hazañas en el redondel.
Con su primero, los trazos con la diestra fueron templados y bellos, mientras con la zurda los naturales, han sido rítmicos e imponentes.
Y la geometría dio rienda suelta a su inspiración, para conseguir redondos que fueron un alarde de grandeza.
Ahí sí dio usted, señor presidente, una más que bien ganada oreja, pero negó sin fundamento la otra... la otra que le abriría a Sebastián la codiciada Puerta Grande, otorgándole razón y fundamento torero.
¿No fue suficiente verle cómo expuso hasta lo indecible ante un marrajo peligroso su vida? Un marrajo, que a pesar de ser un andarín y pegar arreones, le aguantó y sometió arrancándole una sublime serie con la mano diestra, que fue un compendio de intensa y poderosa tauromaquia.
Dejó una estocada entera que de inmediato hizo sucumbir al toro y con todo y que la mayoría le exigió el trofeo, prefirió negárselo. Negarle a lo que en derecho tenía ganado... ¡la Puerta Grande!
Sebastián Castella es un gran torero y eso lo ha sabido demostrar con la luz de la sabiduría y entrega en el redondel.
De Eduardo Dávila Miura, nos hemos enterado que estuvo por su lamentable fracaso, porque no quiso... o quizá no pudo. Brindó su segundo ejemplar a la Infanta Elena, y después de lo lamentable que se vio, nunca debió haberlo hecho.
Luis Bolivar... está -en este momento- muy alejado de lo que el progreso debe ser en su carrera. Que no negamos que tiene las suficientes cualidades para ser un torero importante, pero en este festejo, anduvo extraviado en un océano de indecisiones, que hizo pensar en que haber confirmado... fue un desatino de su administración, por la inevolución que mostró.