Esperanzados nos disponíamos a presenciar la novillada del día de hoy en Madrid y, como digo, apenas esperanzas. Creíamos que nos podíamos alimentar de forma espiritual tras el mal trago de ayer y, craso error. Cuando pensábamos que la novillada podría resultar una bocanada de aire fresco, al final, ha ganado el sopor. Los novillos de Rocío Jurado y Ortega Cano, bien presentados, noblotes y blanditos, no han sido el acicate suficiente para que estos chicos triunfaran por lo grande. Y digo que no lo han sido por culpa de los novilleros que, a grandes rasgos, no han sabido que hacer. Ciertamente, el ganadero, es decir, Ortega Cano, debe estar muy contento porque, la nobleza de sus novillos, en otras manos, con toda seguridad, la tarde hubiera sido inolvidable.

Les ha faltado entusiasmo a los novilleros y, como antes, aquellas ganas locas por triunfar, obviamente, con las condiciones evidentes para lograr el éxito. Parece que, los novilleros actuales, en todos los aspectos, quieren copiar a las figuras del momento y, así les luce el pelo. Con estos planteamientos, en honor a la verdad, no pueden llegar muy lejos. Recuerdo la carrera novilleril de muchos toreros y, por ejemplo, Dámaso González, tío del sobrino que hoy toreaba en Madrid y, este hombre, se dejaba matar; entre otras muchas tardes, el día de su alternativa en Alicante, Dámaso, se dejó la piel en este ruedo. Todo ha cambiado y, los novilleros, hasta llegan a la plaza en coche Mercedes; o sea, todo copiado y, de mis imitadores serán mis defectos, ya se sabe.
David Mora ha sido el mejor librado de la terna y, hasta ha cortado una oreja; auricular sin peso ninguno que, poca gloria le aportará. El chico ha estado correcto en sus dos novillos; con más fuerza en su segundo, quinto de la tarde. Pero habrá que convenir, para gloria del ganadero que, dicho toro, era de puerta grande y, Mora, logró el trofeo por la contundente estocada. Una tibia petición dio paso a la concesión de dicho trofeo. David Mora había estado alegre y variado con el capote; puso empeño y buenos trazos con la muleta pero, llevándola retrasada y sin el debido fundamento que propicia el toreo auténtico; toreo que, como explico, pudo haberlo llevado a cabo porque, lo que siempre se anhela, el toro adecuado, lo tuvo en sus manos. Sus efectivas y bellas estocadas le dieron paso, primero a la ovación y, acto seguido, a la triste oreja. Pudo haber salido por la puerta grande y, salir de Madrid consagrado como novillero de época y, se marchó con una oreja que, tras su concesión, muchos se la protestaron. Es una pena porque, como explico, Mora, tenía todos los condicionantes necesarios para lograr un triunfo de clamor y, se conformó con muy poquito. O, si se me apura, el chico dio todo lo que tenía y, si es así, pues mucho peor.
Israel Lancho es todo un veterano en estas veredas novilleriles y, tras esta actuación, quizás le quede ya poco por hacer. Voluntad a raudales pero, nada importante que concretar. Tenía, como sus compañeros, el toro idóneo para haber logrado un triunfo y, se conformó con la voluntad en su trabajo y, el mundo del toro, justamente, no llama a trabajador alguno, más bien, a todos aquellos que tengan alma de artistas o, en su defecto, a todos aquellos que, le tengan un gran desprecio a la vida y, con el juego con la muerte, son capaces de emocionar a los públicos. Israel Lancho, que tiene planta de ejecutivo caro, quizás que, en otra faceta de la vida pueda ser un gran líder.
Andrés González, como digo, se estará acordando de su tío que, con toda seguridad, le habrá contado lo que fueron sus hazañas como novillero y, durante muchos años como matador que, la piel, se la dejaba a trizas por esas plazas de Dios. Pero Andrés está bisoño para estos menesteres. No dudo que, en los pueblos, su toreo, logre emocionar a alguien. La gente de la boina, en realidad, se conforman con muy poco; con tener la bota de vino a mano y poco más, ya son felices. Madrid, como se sabe, es otra historia y, acudir a esta plaza con los mismos argumentos que en los pueblos, además de una temeridad, es un error que se paga muy caro. Posiblemente, en honor a la verdad, González, se llevó el peor lote; y digo el peor porque, su primero, resultó cambiado por un novillo del Cahoso que, en realidad, le dio pocas facilidades; pero es ahí, con un ejemplar de estas características, donde su tío se dejaba matar. En fin, demasiadas limitaciones para este chico que, como se encuentra, jamás debió de haber acudido a esta importante cita.