Cuando sean mayores, estos novilleros de hoy, quieren ser como los figuras de ayer. Y es lógico, son las figuras y el espejo donde mirarse. Es fácil dejarse deslumbrar por las fincas, los coches, los cachés, la popularidad, el mandar en la fiesta, el convocar a tanta gente guapa y famosa, elegir ganaderías e incluso toros y, tener a sus pies a todos los que de alguna manera deberían estar por encima. Con todos estos antecedentes, es lógico que los quieran imitar. Y como para empezar no llegan a ese nivel, pues empiezan por lo único que de ellos pueden observar: su forma de actuar.

Hoy, en esta segunda novillada del ciclo, han actuado unos jóvenes novilleros que apenas tenían méritos para estar anunciados en la feria más importante del mundo; al menos, sobre el papel. Sus pocas actuaciones, no les hacían, precisamente, candidatos a poder pasar el examen con buena nota. No son ellos los culpables, sino quienes han propiciado que se hayan presentado con tan poco bagaje profesional y técnico. Por si fuera poco, tampoco han mostrado aquellas otras cualidades que adornaban a los novilleros antiguos, cuando ser novillero era sinónimo de quererse comer el mundo y el novillo que les pusieran delante.
Han gozado, para dar este paso, con una novillada a modo. Los novillos de Yerbabuena, han sido flojos, pero se han dejado torear con sus embestidas pastueñas. Cierto que había que aderezarlas con algo de fundamento y gracia y no parece que esas cualidades las tengan la terna de hoy. Si acaso, Mora, tenga un poco más de experiencia, pero la utiliza para arriesgar menos, no para estar mejor. Y salió el quinto, y era un bombón. A Ortega Cano, su dueño, se le hacía la boca agua viéndole entrar al caballo, pero no se le hacía un nudo en la lengua el ver como un piquero, José Luis Muñoz, le daba duro y todos temimos por su integridad. Por suerte, el fondo del buen novillo era mayor y “Jardín” que así se llamaba, ofreció a su matador una gran cantidad de pases para que pudiera triunfar.
Cortó una oreja David Mora, digámoslo antes de que se nos olvide, pero ni estuvo a la altura del novillo, ni fue merecedor, a nuestro juicio de tal honor. Tampoco les pareció a muchos en la plaza, pues la petición fue minoritaria, pero el Sr. Muñoz Infante tenía el pañuelo flojo y como si fuera el día del patrón de los novilleros sin orejas, le dio una al madrileño para que tenga foto y pueda presumir. La verdad, es que estuvo perfilero y tirando líneas todo el trasteo; no se cruzó ni adelantó los engaños, además de torear con el pico y esconder la pierna contraria; pero que le quiten la oreja y verás. La guardó como oro en paño, aunque se la protestaron con fuerza también. Pero justo será decir, que el capote lo utilizó con hondura en muchos momentos.
Trasteo largo además, que permitió que el animal se llegara a cansar y hasta aburrir y de ahí el aviso recibido, como otro en el anterior; sus compañeros también quisieron compartir pesadez en los trasteos y se llevaron cada uno otro, pero ya decíamos que cuando sean mayores quieren ser como los de ayer y ahí hay uno que es el líder de la historia en cuanto a avisos, sin que en eso exista discusión entre la afición. Mora en su primero estuvo decidido pero pecó, como decimos, de trasteo largo y plomizo, que a más de ser pesado, permite perder intensidad a cuanto se hace: lo que haya que hacer, se hace -así fue siempre- en una sola unidad y aprovechando las mejores embestidas del toro. Esta nueva modalidad de cuanto más tarde, más cansado estará el animal y me permitirá ponerme más bonito al final, es un truco que empieza a hacer furor. De ahí lo de los avisos de algún figurón. Matar, lo hace Mora con absoluta decisión y a sus dos enemigos les receto sendas estocadas al volapié de verdad, no “el de al costado” como hace otro figurón.
De los dos debutantes, poco se puede decir. Sosos ambos en el manejo de las telas y más sosos todavía en la ejecución sincera de las suertes. Israel Lancho estuvo variadísimo en los quites en lo que no desperdició ocasión, si bien es un torero muy largo y no le ayuda precisamente esa estatura. Con la muleta baja más y no le vemos mucho horizonte a este ya veterano novillero. Del sobrino de Dámaso el de Albacete, Andrés González, se puede decir menos todavía. Parece mentira, pero tiene buen conformar: se conforma con nada. Ni un arrebato ni nada que ofrecer a la afición de la plaza más importante del mundo. Para cuándo lo deja?. Quizás que en los pueblos les resulte, a este y a todos, más fácil. Pues “a los pueblos, decían muchos aficionados, pero no piséis más esta plaza”.
Lamentable que tengamos que decir estas cosas en un día que teníamos que estar cantando que un trío de chavales han atravesado la puerta grande de Madrid. Los novillos de hoy, ofrecían esa posibilidad. Y solo uno, y de qué manera, se lleva una oreja sin que la pidieran de verdad. Ese novillo no se merecía irse al desolladero sin una de sus orejas; si acaso, sin las dos. Lo dicho: cuando sean mayores quieren ser como las figuras de ayer. O lo que es igual, cobrar y no hacer nada. Han elegido buen espejo para sus deseos, pero mal camino para llegar. Dicen que la montera, cuando se brinda, debe caer boca abajo, para no dar mala suerte; pero qué es lo que pasa cuando cae de lado?. Así está la Fiesta, que no sabe para que lado caerá. Toda una premonición.
Hoy, ¡por fin!, se ha hecho trabajar a los cabestros y a Florito, después del largo desierto por el que hemos pasado sin devolver inválidos. A lo mejor era una educación para que ayer no llegara la gente muy entrenada en la petición de devolver. ¡A lo peor era así!. A lo mejor, ahora los presidentes empiezan ya a ser defensores de los derechos de los espectadores cuando un toro está inválido para la lidia.